Cap 19: Susurros.

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Narra Christina:

Cuatro malditos días.

Ahora mis esperanzas estaban por el suelo, lo único que quería era morir, ya no aguantaba con esto, con la forma en que me trata... de seguro nadie me encontrará, estoy en un sótano, en una casa en quién sabe donde. Mis muñecas estaban muy rojas y lastimadas, mi cuerpo muy dolorido, mis brazos flacos y débiles, mis piernas casi ya no las sentía ni tampoco podía levantarme, mi cara... todo un desastre. Mi espalda tenía las marcas de quemaduras, él solía apagar, cada vez que se fumaba un cigarrillo, en mí. En mis brazos, espalda y piernas. Ahora no hablo, no grito, ni pido ayuda o que se detenga, cada vez que hago un leve sonido me pega y me tira agua hirviendo en las piernas, ésa es la razón por las que no puedo moverlas. Ha abusado de mi como 5 veces, ahora ya no me importaba si me salvaban o no, pero yo quería terminar con mi vida.

- Hola -escuché su voz, levanté mi cabeza y pude ver su sonrisa en sus labios, bajé la vista-. ¿Lista para otra sesión? -dijo.

- Yo...

- ¡Callate! -me abofeteó-. ¿Que te he dicho sobre hablar? -dijo acercando su rostro al mío. Yo no lo miré y mantuve la vista clavada en el suelo- Buena chica -dijo.

Se acercó a mí y comenzó a besar mi cuello, por más que haya querido apartarlo no podía por las cadenas y porque no tenía fuerza, la garganta me ardía, moría de sed, ni siquiera era capaz de darme algo, con suerte podía hablar. Mis labios eran resecos y partidos (aparte de que me golpeaba obviamente no me daba agua y entonces se lastimaban mis labios).

Por obra de Dios, el hombre dejó de besarme y se hizo para atrás, no sabía si me iba a pegar o si otra vez iba a fumar y apagar su cigarrillo, fue cuando...

- Christina -una voz dulce y delicada, sentí como una parte de mi se sentía aliviada mientras que la otra pensaba que solo eran ilusiones, no levanté la vista para creer falsas esperanzas - Christina -mencionó de nuevo, la voz la reconocía muy bien. Levanté la vista y ahí estaba él.

Sentí mis labios abrirse por la sorpresa que me acabo de llevar.

Su mano pasó por mi cabello pero yo me alejé por cualquiera de su tacto y miré el suelo de nuevo. Escuché el sonido de la abertura de las cadenas. ¿Esto está pasando en cerio? Me puso una cobija encima y después sus manos posarse en mis piernas para después levantarme del frío suelo de una forma delicada y cuidadosa. Hundí mi cabeza en su pecho y cerré los ojos, sentí algo en mi interior, sentí protección, me sentía protegida junto a él. Abrí un ojo y pude ver como tenían al hombre de rodillas y su cara en el suelo.

Daryl me sacó de la casa y sentí el calor del sol en mi piel, tuve que cerrar mis ojos por la intensa luz pero después los volví a abrir. Todo pasaba muy lento, abrió la puerta de un auto y me metió allí, con cuidado me bajó de sus brazos y me depositó en el asiento. Me acomodé en el asiento y apoyé mi cabeza en la ventana.

- Christina -escuché la voz de Rick, por lo cual no respondí.

- Déjala, mejor esperemos a llegar a la prisión a ver que dice Hershel -dijo Daryl.

Me quedé mirando la ventana.

Eran ellos. Son realmente ellos. Esto no era ningún sueño o imaginación mía.

(...)

Sentí como el auto se detuvo y me desperté. Vi por la ventana y estábamos en la prisión, vi que Rick estaba en el copilot, él se bajó y Daryl también. Abrieron la puerta del asiento trasero, donde yo me encontraba, desvié la vista al suelo.

- Christina soy yo -dijo Daryl. Levanté la vista y él estaba en la puerta del auto. Esperó un momento y luego se acercó a mi, por lo que me estremecí- Tranquila -su voz logró calmarme y entonces me cargó en sus brazos.

Mi hombre de la ballesta (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora