Tempestad

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Un día salí con Jace. Él me había prometido que me enseñaría el mar antes de que nos fuéramos. Podíamos ver barcos de vela al fondo. Hacía un día maravilloso. Jace sugirió ir a la playa y yo no pude decirle que no. Díez minutos después ya estábamos en el agua.

-¿Qué te parece si vamos hasta la boya?

-Qué no sé si llegaré.

-Sí te cansas te llevo. Prometido.

-Venga vamos.

Tardamos mucho menos de lo que me imaginaba en llegar.

-Lo has conseguido.

-Tu también.

Me fijé en el tatuaje. Nunca le había preguntado por él.

-Vamos a volver ya.

-¿Y el tatuaje?

-Me lo hizo mi padre. Parte del conjuro. He intentado quitármelo pero no hay forma. Ni arrancándome la piel.

-Da igual. Te da un toque sexy. Le dije bromeando.

Y cuando estábamos volviendo pasó. Nos había encontrado.
Pero no me enteré hasta que algo me alcanzó. El mundo se volvió borroso y vi mucha sangre en el agua. Pero no toda era mía. Jace lanzó un grito de dolor. No paraba de hablarme pero yo no sabía que estaba pasando.

-Alex, ¿puedes moverte? Joder. Tenemos que intentar salir del agua.

Jace me rodeó con un brazo el cuerpo y tiró de mí hasta llegar a tierra. En ese momento no podía pensar. Algo me había atravesado un pecho. Me costaba respirar. En ese momento debí desmayarme, porque no recuerdo nada más.
Me desperté estando encima de una cama. Desorientada intenté levantarme, pero lo único que conseguí fue caerme al suelo. Una mujer entró en la habitación.

-Madre mía, ¿Qué haces?

La mujer se acercó para ayudar me a volver a la camilla.

-¡No te acerques!

-Sí te portas bien te diré donde está Jace.

-¿Quién eres?

-Su hermana. Siéntate en la silla de ruedas y te llevo a donde está.

-¿Dónde estamos?

-En un hospital.

Aquella mujer me llevó hasta una habitación apartada de las demás. Cuando llegamos a la puerta dijo:

-Está aquí. Lo ha pasado muy mal estos días.

-¿Días?

-¡Ah si! Has estado en coma dos días y otro lo has pasado durmiendo. Él... bueno ya lo verás.

Entré a la habitación. Estaba oscuro. Me acerqué a la ventana y subí la persiana.

-No la subas más.

-Jace...

En su cara pude ver el peor dolor del mundo.

-Alex lo siento.

Jace empezó a llorar. Miré la cama donde estaba acostado.
Le faltaba una pierna. No supe que decir. Una palabra hubiera servido para hacerle sentir mejor. Pero en vez de eso, salí corriendo de la habitación.

Cuando Cae La NocheWhere stories live. Discover now