Jace

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Me desperté muy temprano y bajé a la cocina. Jace ya estaba allí. Llevaba vendas por la zona del mordisco.

-¿Cómo estás?

-Bien.

-Jace es un nombre precioso.

-Me lo puso mi madre.

-¿Por qué no me hablas de ti?

-Porque quería olvidar.

Me acerqué a el, que estaba sentado en la mesa. Y le cogí la mano.

-Lo siento.

-¿Por qué?

-Por haberte metido en esto.

-Fue para salvarme.

-Sí lo hubiera matado no tendrías que haber pasado por todo esto.

Me acerqué aún más a él. Y le di un beso. Él me lo devolvió. Después me cogió en brazos y me llevó a su habitación.
Me desperté tres horas después
Jace no estaba en casa. Volvió media hora después. Como si pudiera leerme la mente y supiera que necesitaba verle.

-Nos tenemos que ir.

-¿Adónde?

-Estás a punto de aprender una nueva lección. ¿Ves el disco de colores que hay encima de la puerta? Gira esa palanca al color rojo.

Así hice.

Ahora abre la puerta.

Al abrirla habíamos cambiado de sitio. Nosotros y toda la casa.

-¿Cómo puede ser esto?

-¿Me creerías si te dijera que la casa está encantada? Sal.

-¿Dónde estamos?

-En la capital.

-Eso no me dice mucho.

-Ya verás como te terminarás acostumbrando.

-Pero...

-¿Qué?

-¿No volveré a ver a mi familia?

Jace miró al suelo. Sabía la respuesta de aquella pregunta. Después  de unos segundos me miró a los ojos y dijo:

-Se me ha ocurrido una cosa. No tiene que ver con esto. Pero no te preocupes, algo si se podrá hacer.

-¿Qué es lo que se te ha ocurrido?

-Voy a hacerte preguntas.

-Pero si ya me conoces, no tiene sentido.

-Hazme caso...

-Venga, pregunta.

-¿Cómo te llamas?

-Alexis.

-¿Cuántos años tienes?

-Te propongo una cosa. Tu haces una pregunta y yo te hago otra.

Jace lo pensó un momento.

-Está bien.

-Tengo veinte años. ¿Por qué te separaste de tu familia?

-Es una larga historia.

-Tenemos tiempo.

-Mi madre murió, mi padre era un cabrón y mi hermana desapareció.

Jace bajó la cabeza. La pregunta de verdad le había dolido.

-Jace... ¿estás bien?

-Seguiremos luego.

Se fue a su habitación. Su tono de voz era triste y resentido. Me sentí muy mal y subí a la habitación. Toqué la puerta esperando a que me abriera, pero no fue así.

-¡Jace!

-Vete.

-Por favor abreme.

-Está abierta.

Entré en aquella habitación. Jace estaba acostado boca abajo en la cama. Me acosté también boca abajo encima de él, apoyando mi cabeza sobre la suya y poniendo mis manos en su cuello.

-Te quiero.

-Nos conocemos desde no hace ni una semana.

-¿Y lo de ayer?

-Solo fue un polvo.

En ese momento me enfadé y me entristecí a la vez. Me sentía traicionada.
Me levanté y me fui.
Cogí la poca ropa que tenía y me dispuse a irme de allí para siempre.

Pero no llegué ni a la puerta.

Cuando Cae La NocheWhere stories live. Discover now