I. Treinta;

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Enfurecer.


Solo unos días más, ¿bien?

Solo unos pocos.

J.


—¿Qué te parece si vamos a dar una vuelta a-

—No, gracias.

—Ni siquiera me has dejado terminar.

—No me interesa... lo que te-tengas que decir, no me interesa. ¿Es muy di-difícil de entender?

La chica parada en el umbral de la habitación no sabe que responder—es evidente de cualquier forma que se le vea, en cómo se queda parada y silenciosa, divagando con sus ojos a cualquier lugar menos a él en particular, porque su mirada es fría como roca últimamente, e incluso él mismo se sorprende de poder haber llegado a tal nivel. Se felicita a solas por ello. Una sombra se asoma tras la chica, una apenas unos centímetros más baja y Jongin desvía su mirada hacia la ventana de inmediato; a los rayos de sol quemándose tras la línea de su jardín llena de flores y la banca vacía en el fondo, aquella calurosa tarde de verano, como muchas otras que lo sofocan hasta un punto desesperante en el termómetro interno que le indica que pronto saldrá corriendo por la puerta y no volverá más, nunca más a esa casa.

—¿Sucede algo, señorita Jung? —pregunta la mujer mirando entre la chica y él. Jongin ni siquiera le dirige un vistazo, con su rosto estoico enfocado todavía en el paisaje afuera, como si fuese un hombre destinado a estar encarcelado a una pena de treinta años por algo que no hizo y anhelase, cada mañana, sentir la caricia del aire de verano que antes tanto le gustaba de frente en todo su cuerpo; pero que sin embargo sigue allí, horas y horas esperando algo que no ha de pasar por sí solo y que no sabe como atrapar.

—No, nada. No se preocupe señora Kim —la voz de la chica le molesta de formas incomprensibles e inexplicables.

—¿Jongin?

Pasan varios segundos tensos en los que no hay reacción alguna, entonces la mujer pasa junto a la chica para estar dentro de la habitación por completo y un par de pasos más cerca de la cama.

—Jongin no me ignores, soy tu madre —advierte con un tono severo; y Jongin se da cuenta de que ya se ha acostumbrado a lo que antes parecía tan imposible. —Me estoy cansando de esta situación, hijo.

—Yo también, madre.

Es un cosquilleo de empatía sardónica lo que le hace elevar una de las curvas de su boca, la rendición evidente de ambos es lo único en común que tendrían ahora—la diferencia es que él intenta comprender la otra postura también.

De verdad lo intenta.

Alcanza a distinguir por el rabillo del ojo que su madre le da una señal a la joven parada incómodamente en el umbral para que se retire, y esta lo hace cerrando la puerta tras de ella.

—Vas a salir con la señorita Jung ahora —ordena la mujer sentándose a un lado de la cama. Pero Jongin en verdad no quiere salir, no quiere ver el rostro de esa chica que su madre insiste en que conozca porque es la nueva persona que lo va a "cuidar", cuando saben perfectamente que él ya no necesita un tutor de ningún tipo.

—Quizá- quizá mañana —musita, apoyando su frente en su mano pesadamente. —No me si-siento bien... ahora.

Su madre se voltea a él concernida y por un momento siente culpa de mentir así. Solo por un momento.

IV. Damaged Connection; Kaisoo · Saga GC (HIATUS)Where stories live. Discover now