—¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué ha pasado con la herida de mi abdomen?— preguntó parándose a su lado y respirando de forma agitada—. Y ante todo, ¿quién me ha cambiado de ropa?
—De lo último tiene la culpa él— se defendió Dean señalando a su amigo y recibiendo un golpe en el hombro por parte de Sam.
—Lo ha hecho con sus poderes, tranquila. Ninguno ha visto nada— aclaró el menor de los Winchester, mientras el ángel volvía a mirar a cualquier parte que no fuese a ella, completamente avergonzado.
Ahora que se habían librado del hechizo tenía que enfrentarse a todo lo que quedaba, incluida la "conexión" que tenía con Savannah.
—Y te ha curado las heridas, también con su "mojo"— explicó Dean mientras Savannah observaba a Castiel, sorprendida de que hubiese malgastado sus fuerzas en ella.
—Gracias— murmuró como agradecimiento, y recibiendo un simple asentimiento por su parte.
—Deberías seguir con eso puesto— le reclamó Sam a su hermano.
—Gracias, mamá— se burló el aludido—. Tú encárgate de que las cervezas sigan circulando— dijo levantando su botellín y llevándoselo a la boca.
—Dean, yo...— comenzó a decir el ángel—. No hay palabras para lo que os he hecho.
—Tienes razón. No hay palabras, Cas. No son necesarias— le cortó Dean. Por primera vez, Savannah sonrió sincera ante aquello. Al menos ellos sabían hacer algo que ella no terminaba de ser capaz de conseguir. Perdonar—. Estabas bajo un hechizo. Punto.
La cazadora cogió una silla y se sentó al lado de Castiel, acercándose a ellos mientras se reía ante la imagen de Dean con el saco de hielos sobre el rostro.
—Sí, pero teníais a Rowena. Y por mi culpa...
—¿Sabes, Cas? — comenzó a decirle Sam cerrando el portátil delante de él —. Tenemos el códice. Es un comienzo. Retrasará a Rowena a la hora de usar algunos hechizos. Además, sí la hubiésemos matado habríamos perdido el Libro de los Condenados.
—Y tenemos que buscar un pez más gordo— continuó Dean.
—La Oscuridad— resolvió Savannah por primera vez. Habiendo escuchado ya tantas veces su nombre, sabía a lo que se referían. Y una idea, o muy loca o muy estúpida estaba comenzando a pasársele por la cabeza—. ¿Qué es lo que quiere?
—Bueno, la principal pregunta es ¿dónde coño esta?— dijo Dean volviendo a coger su cerveza y recolocándose en la silla.
Los tres vieron su cara de dolor y como se echaba la mano a la boca al tiempo que bajaba la mirada.
—Dean— le llamó el ángel incorporándose de su asiento—. Puedo curarte—Savannah se quedó estática, aquello era toda una novedad para ella.
No había estado despierta cuando el ángel la había curado y ver aquello suponía todo un misterio. Castiel extendió la mano hacia delante justo cuando Dean echó la cabeza hacia atrás, evitándole.
—No, no, no, no, no. Esta bien, Cas— dijo con la mano en alto. Sam y la castaña fruncieron el ceño mientras el ángel se quedaba confuso delante de él, aún con la mano en alto—. Me lo tengo merecido.
Aquello último lo dijo evitando la mirada de todos y Savannah no pudo evitar que algo de pena se extendiera por dentro de ella. No conocía demasiado a aquellos dos hermanos, y mucho menos al ángel. Todo lo que había buscado desde que los había visto era hacerles sentir culpables por lo que habían hecho, cuando realmente poco a poco le estaban demostrando que cargaban ya ellos solos con el peso por su cuenta.
Y entonces aquella idea que se le había pasado por la cabeza se aclaró y aseguró en la misma. Como un grito de ánimo que te pones en el trabajo hasta que terminas tu cometido.
Dean volvió a colocarse de lado con la bolsa de hielos en la cara, mientras Castiel volvía a sentarse junto a Savannah. Frunció el ceño y miró a la chica, sorprendido. Había percibido lo que pasaba por la mente de la cazadora y no comprendía cómo podía haber resuelto aquella idea en su cabeza. La mayoría de los humanos no hacían ni actuaban como ella acababa de pensar.
—Entonces— murmuró Savannah rompiendo el silencio incómodo que se acababa de hacer en la sala—. ¿Qué plan tenemos?
Las miradas de los dos Winchester se dirigieron a ella, confusas, mientras Castiel comenzaba a sonreír de lado, orgulloso, hasta cierto punto, de la actitud de la chica. Su mueca se perdió rápidamente al darse cuenta de que ella probablemente aún no sabía lo metido que estaba él en el ajo en la muerte de su familia, y lo mucho que le odiaría cuando lo descubriese.
—¿A qué te refieres con tenemos?— inquirió Dean.
-Bueno no podemos dejar a esa niña, espíritu, demonio, pedo del infierno o lo que sea, vagar por la tierra.
—¿Eso significa que...te apuntas?— se atrevió a adivinar Sam. Savannah se encogió de hombros y suspiro—. Pensé... pensamos que querrías irte en cuanto estuvieses mejor y... bueno—continuó señalándola—. Cas te ha curado.
—He cambiado de opinión— afirmó ella.
El castaño sonrió y se dejó caer contra la silla mientras Dean paseaba su mirada entre ambos como un perro confuso.
—¿Sobre nosotros?— intuyó el rubio.
—No te emociones, cachorro— contestó Savannah incorporándose de la mesa. Cuando se sentía incómoda recurría a las ironías y a los insultos como aquellos. Y tenía la sensación de que con los Winchester aquellas situaciones iban a ser bastante comunes—. Eso no significa que os haya perdonado—dijo dejando las cosas claras sobre la mesa—. Pero sabiendo lo que sé, no puedo quedarme sentada o dedicarme a otras cosas mientras vosotros dos metéis la pata—terminó alejándose de vuelta a su cuarto.
—Sí que os ha perdonado— les confesó Castiel cuando la chica hubo abandonado de nuevo la sala—. Sólo necesita espacio.
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Espero que ninguna de vosotras seáis del Atleti u odiéis al Real Madrid, o al menos que no me odiéis!
Pues eso, que al final me he acabado yendo con mis padres a ver el partido a un bar, y acabo de volver! Os dejo la foto como justificante, según he vuelto a casa me he liado a hacerme "selfies" En los que no se me viese la cara de muerta por estudiar que tengo jajajajaja. Un besazo y espero que el capítulo os haya gustado!
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