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HAUNTED CAPÍTULO UNO ; PARTE UNO
Su sobrina Charlotte jugueteaba con las muñecas delante de Mia, mientras ella las observaba sonriente. Estaba contenta de lo que Mia había conseguido, la melena morena de su hermana se sacudía mientras trataba de ayudar a la niña a terminar de vestirse. Sabía que ella podía haber llevado esa vida y, sin embargo, había decidido coger otro camino totalmente distinto.
A veces, sólo a veces, se lamentaba por no haber seguido los pasos de su hermana. Como el día en que había perdido a Henry.
Ambos eran cazadores, ambos sabían que podía llegar un día en el que al llegar a casa, el otro no estuviese. Pero, aún así, había sido duro. No había conocido muchos cazadores, por no decir ninguno, que tuviesen un hogar al que regresar cuando terminaban una cacería. La mayor parte de ellos se refugiaban en un motel o en una cabaña en mitad de ninguna parte, mientras que ella se había propuesto tratar de mantener algún anclaje en su vida.
Y ese anclaje se había perdido el día en que llegó a casa y Henry no era Henry. Henry era un monstruo de ojos negros que sonreía desde las alturas mientras pensaba que ella estaba muerta en el suelo. Henry era el cadáver que había sido recipiente de un demonio. Era el resultado de la apertura de las puertas del infierno.
—Save— la llamó su hermana. Sin darse cuenta había comenzado a tensar el agarre sobre los brazos de la silla en la que se encontraba sentada mientras Mia la miraba preocupada. Chascó la lengua, exasperada mientras recogía un par de juguetes de su hija dejándolos dentro de un baúl.—. ¿Estás bien?
La castaña se levantó de su asiento acercándose a su hermana mayor y revolviéndole el pelo a su sobrina en el camino.
—Estoy perfectamente, ¿a que sí, enana?
—Estas guapísima, tía Savannah— contestó la niña con una enorme sonrisa.
—¿Te importa que te coja una cerveza?— preguntó esta vez mirando a Mia. Su hermana volvió a tratar de coger a Charlotte asintiendo, mientras Savannah salía de la habitación en dirección a la cocina.
Abrió la nevera y alcanzó la botella, abriéndola con un rápido giro de muñeca. Era increíble como después de tanto tiempo aquella imagen seguía en su cabeza como si hubiese ocurrido unos minutos antes, cómo conseguía filtrarse hasta en sus sueños. Porque, si había algo que venía de la mano con el trabajo de cazador, eran las pesadillas.
Elevó la mirada al escuchar un carraspeó, encontrándose con los ojos de su hermana observándola desde la entrada de la cocina. Odiaba que la pillase en aquellos momentos en los que se perdía en sus recuerdos.
—¿Qué ocurre?—Savannah volvió a sonreír y negó con la cabeza para después depositar toda su atención en la etiqueta de la cerveza, pareciéndole lo más interesante de aquella habitación—. Como veas, Save. Pero al menos intenta aguantar aquí hasta la cena.
