—Hey— dijo cogiéndole el rostro con ambas manos y sin importarla si le manchaba con su sangre.

Castiel la miró a los ojos, con la boca entreabierta mientras Dean le daba un par de golpes en el hombro.

—¡Permitte telum!— exclamó Rowena. Dean vio aparecer a sus pies el arma que instantes atrás su hermano había tenido entre sus manos y giró el rostro en busca de este con preocupación—. ¡Abi!— gritó de nuevo la bruja, mandando por los aires al menor de los hermanos. Savannah se quedó junto al ángel mientras Dean se incorporaba con rapidez intentando alcanzar a la pelirroja—. ¡Impedi!— los cierres del almacén cayeron a pocos pasos de Dean, impidiéndole la persecución—. Estoy segura de que teníais toda la intención de cumplir nuestro trato— murmuró Rowena sonriente frente a un estático Dean detras de las rejas—. Pero ¿por qué arriesgarse?

Se dio la vuelta y el ruido de sus tacones cubrió todas las paredes del lugar. Los tres hombres se giraron al escuchar otro golpe, para descubrir a Savannah desplomada sobre el suelo del almacén.

Castiel la recorrió rápidamente con la mirada para observar si había algún daño, y cayó en la mancha de sangre que se extendía desde el centro de su abdomen mientras los dos hermanos llegaban hasta ellos a la carrera. No se lo pensó un instante y rompió la camisa que la chica llevaba dejando al descubierto la profusa herida que recorría parte de su costado.

—¿Por qué la habéis traído?— les recriminó algo furioso porque la hubiesen puesto en peligro de aquella manera.

Extendió su mano, tratando de sacar las pocas fuerzas que tenía en aquel momento para poder curarla.

—Sabes que no habríamos podido convencerla de lo contrario, Cas— Soltó Sam.

...

Parpadeó buscando algún resquicio de luz a su alrededor. No recordaba cómo había llegado hasta allí. Trató de rememorar y lo único que consiguió traer a su mente fueron las imágenes de Castiel lanzándolos a ella y a Dean por el almacén, después verle convulsionando, y caer inconsciente instantes después de que el ángel volviese en sí.

Por un momento pensó que estaba muerta, no le dolía nada, ni si quiera le herida de su abdomen, y si algo recordaba la sangre después de que los puntos de misma se hubiesen ido al traste.

Sintió unas sábanas sobre ella, tapándola, y las retiró incorporándose. Estaba en una cama, pero sin luz no podía distinguir aquella habitación. ¿Y si estaba en el hospital? Tanteó a su alrededor en busca de algún interruptor chocando con algo que parecía una lamparilla de mesa, y cuando la encendió se encontró en uno de los cuartos del búnker. El que ella había elegido.

Se levantó y fue en dirección al pequeño baño con espejo para examinar su herida, debían haberle pinchado analgésicos vía intravenosa en buenas cantidades, no notaba ni la tirantez de los puntos. La sorpresa se la llevo cuando al levantarse la camisa, nueva por cierto y que ella juraba no haberse puesto, se encontró con su abdomen claro y sin señales de cortes o heridas. Se dio cuenta entonces de que tampoco notaba las palpitaciones en la sien por los numerosos golpes que se había dado y cuando se miró no encontró tampoco ninguna señal de las brechas que antes tenía.

—¿Qué coño...?— volvió a la habitación en busca de unos pantalones y cuando se los hubo puesto salió a toda prisa del cuarto en dirección a donde recordaba que estaba la biblioteca.

—Hey— le saludó Sam mientras dejaba una cerveza al lado de su hermano y se sentaba en frente de su laptop.

El mayor de los Winchester se giró ante el saludo del castaño a Savannah, al igual que Castiel. La chica contempló el rostro de Dean llevo de cortes y moratones.

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