Capítulo 20

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La casa estaría en silencio de no ser por Jumble que arreglaba la cocina, Severus subió al segundo piso y escucho pegando un poco el oído a la puerta del cuarto de Mina, no se escuchaba nada lo que provoco una sensación de desasosiego, se vio obligado a tocar y abrir un poco la puerta.

—¿Cómo te encuentras?— preguntó a la pelirroja que estaba tirada en su cama, mirando fijamente el techo.

—asustada— admitió —¿Qué va a pasar?— los ojos llorosos se posaron en él.

—por ahora solo concéntrate en estudiar ¿entendido?— una extraña sensación lo golpeo por un segundo, la devastada muchacha daba una imagen tan triste y abandonada.

—si— respondió Mina, se sentó en su cama y miraba un punto indeterminado en el piso –creí que mis vacaciones serían distintas— suspiró –pero debo suponer que no soy una persona que merezca algo distinto—

La congoja con que fue hecha la declaración de la joven fue un segundo golpe en la dura armazón del profesor ¿Por qué hacerla sentir mal o dejarla sufrir? Finalmente ella no tenía culpa alguna de lo que pasaba, además... aun no le decía que tendría que irse a estudiar lejos.

—arregla tu cabello y límpiate la cara, vamos a salir y no quiero que piensen que te he dado una paliza— ordeno saliendo del dormitorio, bajó las escaleras veloz —¡Jumble!— llamó al elfo que de inmediato se presentó –no vamos a cenar en casa, puedes tomarte el resto de la tarde— mientras hablaba se quitaba la capa y la tunica, simplemente quedando en mangas de camisa –la señorita y yo saldremos, no se a que hora volvamos, así que tienes permiso de ir al colegio o...— Jumble lo interrumpió emocionado.

—¡¿El amo me da permiso de tomar la tarde!?— Snape asintió —¡gracias amo profesor!— y de golpe perdió todo entusiasmo —¿amo profesor?—

—¿Qué?— respondió enojado, no le gustaba que lo interrumpieran.

—¿Qué puedo hacer en mi tarde libre?— la cara de Jumble era una interrogación completa, Wilhemina bajaba de su dormitorio en ese momento.

—Puedes acondicionar tu habitación Jumble, puedes tomar los abrigos que ya no me quedan para hacerte unos cobertores— sonriendo con tristeza la muchacha llegó al pie de la escalera –estoy lista profesor, dime a donde vamos—

Severus estaba conciente del lío emocional que era la chica, así que sin decir nada más salieron a la calle, hacia un poco de fresco pero no tanto como para no soportarlo y caminaron un tramo sin hablar.

—¿te gustaría hacer algo en especial?— la voz de Snape era tan dura como siempre, pero había algo, en su profundidad, en su vibración, Mina lo detecto sintiéndose un poco más relajada pero también extrañamente nerviosa.

—Es que no te gusta el mundo muggle— contesto un poco apenada –pero, quisiera pasear por el muelle— sonrío de lado –y subirme al carrusel—

—supongo que no está tan mal después de todo— contestó él ofreciéndole su brazo, ya no era la enana de once años de edad, la chiquilla había crecido y alcanzaba perfectamente su brazo del que se sujetó con delicadeza –vamos a aparecernos ¿entendido?— ella asintió sonriendo –no me sueltes— al decir esto la chica se aferró a su brazo e instantáneamente desaparecieron, reapareciendo a un costado del muelle, detrás de un local de comida.

—wow— susurró ella tambaleándose

—vamos entonces— ignorando el mareo de la muchachita Severus comenzó a andar entre los muggles que paseaban por el parque del muelle, Mina lo alcanzó y lo tomó de la mano sin avisarle, por un segundo Snape se detuvo y giró para verla a los ojos, una sensación calida nacía en sus manos entrelazadas, un hechizo de Artanis tal vez, pensó Severus y retomó su andar por el muelle.

Wilhemina Snape un cambio en la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora