Capítulo 14

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- ¿Podrías dejar de pasear por tu oficina y decirme por qué me llamaste? -Junsu pidió con algo de desespero a su primo.

- ¿Dónde está? -fue lo único que le dijo, sin dejar de moverse.

- ¿Quién? -Junsu sacó su celular y comenzó a revisarlo.

- Por Dios, Junsu. Sabes de quien estoy hablando -Yunho se sentó en su escritorio; su desesperación salía cada vez más a flote.

- Nop. No sé de quién me hablas si no dices su nombre -Junsu no dejó de ver su celular; sonrió por algunas cosas que leía.

- Junsu, te ordeno que dejes ese celular y me digas dónde jodidos se encuentra Jaejoong -habló con furia.

- ¿Perdona? -Junsu lo miró incrédulo. Guardó su celular y se acomodó en su lugar.

- Me dirás en dónde se encuentra Jaejoong, ahora. Porque hasta donde recuerdo, yo no autoricé sus vacaciones, mucho menos las vacaciones del idiota que lo sigue.

- Las autoricé yo. Como lo he hecho con otros asuntos que ni importancia les diste. -Junsu respiraba lentamente, contando hasta diez para tratar de calmarse.

- YO soy el presidente, Junsu. No olvides eso. Yo tomo las decisiones finales de ésta empresa y nadie está autorizado para debatirlas. Incluso tú.

- Quieres decir, ¿que hubiera seguido los pasos de Junho y Jihye y debí crear mi propio negocio en lugar de ayudarte? -bufó. - ¿Para qué quieres saber el paradero de Jaejoong? -se levantó.

- Sólo dímelo. 

- No. -Junsu se dirigió hacia la puerta de la oficina de Yunho.

- Yoochun ya no tiene trabajo en ésta empresa. Jaejoong puede ir por el mismo camino. -Junsu detuvo su marcha.

- ¿Cuáles fueron las razones por las que Yoochun fue despedido? -siguió de espaldas a su primo.

- No necesito ninguna excusa para despedir a personas en MI empresa. 

- ¿Tu empresa? Porque sí, Yunho. Tú solo lograste levantar todo éste lugar. -Junsu no dijo más y se marchó.

Yunho tiró todas las cosas sobre su escritorio, estaba más que frustrado. Quería averiguar algo sobre Jaejoong con Junsu, pero en lugar de eso, había empeorado la situación con su primo.

Las cosas no estaban yendo como él esperaba que fueran; cada vez que intentaba que algo fuera bien y sin exaltarse, terminaba siendo todo lo contrario. No podía comprender como, a pesar de sus esfuerzos, su enojo y mandato salían a relucir cada vez más demandantes.

Llevaba un mes encontrándose consigo mismo, tres semanas intentando cambiar paso por paso, dos semanas pensando diferente cada amanecer; llevaba una semana tratando de dejar ir todo su dolor y tenía cuatro días desde que empezó a preguntar por Jaejoong.

En todo ese tiempo, la única persona que llegaba a su mente para no darse por vencido, era la víctima de toda su furia. El único ser que le había dañado sin razón.

E incluso sabiendo eso, su enojo seguía apareciendo. Seguía siendo el mismo y su maldita mente no lo dejaba en paz conforme los segundos pasaba. ¿Qué estaba haciendo mal? Sabía que en un mes no podía cambiar mágicamente; sabía perfectamente que en dos meses le sería difícil comportarse diferente.

Pero todo parecía ser inútil. Llegaba un momento en el día que lograba explotar y todo lo que había intentado, se iba por la nada.

Deseaba volver a ver a Jaejoong, pero sabía que tenía que estar estable para entonces. No podría extenderle los brazos al otro, si en un momento u otro podría volver a lastimarlo. Jaejoong no lo merecía, y él no lograría el perdón del otro una próxima vez.

Incluso en ese momento, dudaba mucho que Jaejoong volviera a creer en él. Lo había enviado al hospital por sus estúpidos miedos y celos enfermizos. Cuando lo único que deseaba era abrazarlo y amarlo como Jaejoong se lo merecía.

Pero en su lugar, sólo le había nutrido de miedo. Y quizá odio; pero Jaejoong no parecía verlo, como si se negara a odiarlo. Y el sólo hecho de pensarlo, también lo enfurecía.

Porque había logrado hacer que la mente de Jaejoong funcionara para él. Que él fuera únicamente su mundo, y sus servicios debían estar siempre disponible.

Cuando su corazón había palpitado por Jaejoong desde la primera vez que lo vio. Pero amar a alguien más luego de Boa era algo imposible; simplemente no podía ser.

No lograría soportar nuevamente el tener al amor de tu vida entre brazos y observar como Dios decide quitártela y no puedes negarte ante ello. Deseaba tener a Jaejoong, anhelaba que el corazón del otro también palpitara por él; pero le aterraba que Dios nuevamente decidiera quitarle lo que más amaba en el mundo.

Yunho cayó de rodillas en medio de su oficina, su rostro estaba lleno de lágrimas y ya no sentía caso esconderlas. Necesitaba desahogarse.

El rostro sonriente de Boa era reemplazado por el rostro aterrado de Jaejoong. ¿Por qué se había convertido en un monstruo que dañaba a la persona que ama?

¿Por qué su mente se había apoderado de su corazón, y éste parecía rendirse a la primera en todo?

"¿Qué tal si conoces a una persona extraordinaria luego de que me marche?"

Esa voz.

"Dios sabe la razón por la cual duramos mucho o poco tiempo en éste mundo."

Esa hermosa voz.

- "Y-Yunho..." -gemidos. - "Por favor..."

- "Cállate"

- "Es... un lugar... público..."

- "No necesito escuchar tu voz"

No podría olvidar una de sus últimas charlas con Boa. Como tampoco olvidaría su primer encuentro sexual con Jaejoong. Parecía otra persona, y se odiaba aun más.

Nuevamente se sentía sin rumbo, sin un guía. Quería salir corriendo de aquel lugar, pero no debía mostrar sus lágrimas a nadie, y en ese momento, se encontraba más desecho que nunca.

Su vida parecía estar llegando a lo último. Perdiendo a la persona que había vuelto a amar, y perdiendo a su familia.

Ni su hermana ni sus primos tenían la misma relación que años atrás mantenían. Él mismo había construido un fuerte muro desde que Boa fue diagnosticada de cáncer, y luego de su muerte, todo fue para peor.

Boa había sido su primer y más grande amiga. Su primer amor, su primer beso y su primera ilusión. Boa había estado en momentos difíciles a su lado; cuando sus padres se divorciaron, y luego cuando su padre falleció. Boa siempre fue ese hombro al que podía ir y llorar sin ningún problema; con ella, dejaba de ser el perfecto hombre, acreedor del apellido Jung.

Con Boa, dejaba de ser Jung Yunho, y se volvía Yunho. El simple y sin gracia de Yunho. Un chico común y corriente, que no tenía el peso de una gran compañía en sus hombros.

Y con Jaejoong se había vuelto a sentir así. Por eso lo buscaba en los momentos que tenía más tensión y trabajo. Cuando su día había sido de lo peor.

Su corazón siempre le dijo que hubiera iniciado diferente su relación con Jaejoong, pero su mente lo convencía de que ésa era la forma más rápida y sin compromiso que tenía para estar cerca del otro.

Y su mente no mentía. Pero cada vez que dejaba a Jaejoong solo en su cama, y regresaba a su vacío apartamento, su corazón dolía más que antes. Terminaba con más problemas que los que trataba de olvidar.

Pero su corazón y mente parecían conectarse cuando rodeaba el cuerpo de Jaejoong con sus brazos. Cuando sentía la piel del otro en sus labios; cuando sentía el respirar del otro sobre su pecho. Volvía a ser aquel Yunho simple y sin gracia.

Aquel, que ahora deseaba el perdón de Jaejoong, pero sabía que no podría obtenerlo; que no sabía cómo obtenerlo.

Aquel, que deseaba volver a nacer para hacer las cosas totalmente diferentes, y tratar a Jaejoong como se lo merecía. 

O nunca haber abusado de su poder para tener a Jaejoong por algunas noches.

Please, love meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora