4. Castigo

1.9K 166 122
                                    

«Creí que sería complicado para él y se esforzaría, pero es un sinvergüenza...» Se palmeó la frente con fuerza al escuchar a Osomatsu hablando sobre la gran hazaña que cometió al convencer a Iyami de aceptar los ¥4,000 y quedarse callado. Si le preguntaba cómo lo hizo, seguro obtendría una explicación desfavorable, así que sólo lo miró con desaprobación.

-No pongas esa cara, no volveré a apostar.

-¿De verdad?

-Sí. -«Al menos no con Iyami.»

«Como si no supiera lo que estás pensando, mi querido Osomatsu.» -Jeh, olvídalo. Ya sé... Te reto a estar una semana sin apostar, ni ir al pachinko o carreras de caballos.

-Eso es una apuesta. -rió Osomatsu.

-No, brother, es un reto.

-Haha, está bien. Acepto, ¿pero a cambio de...?

-Que no es una apuesta. Sólo hay castigos si no cumples.

-Tsk, que aburrido...

-Está bien. Si lo logras te premiaré.

-¡Lo lograré! -dijo con seguridad.

La semana transcurrió con excesiva lentitud para Osomatsu. Una vida sin ese tipo de vicios era imposible y aburrida para un tipo ocioso como él; la única manera de no ahogarse en el tedio era lanzarse a los besos y caricias con Karamatsu o molestar a los demás, pero últimamente, prefería la primera opción; aunque no siempre era posible que estuvieran juntos, ya que su relación era secreta y el tiempo de perderse de los demás era limitado. Pero afortunadamente, su relación se iba fortaleciendo.

Osomatsu se percató de que lo que sentía por Karamatsu era más complejo de lo que pensaba. Pues a pesar de que tenía otros cinco hermanos que se parecían a él, ninguno le encantaba como Karamatsu. De hecho sólo Karamatsu le encantaba. Le gustaba pasar mucho tiempo con a su lado; platicar con él no lo aburría por más tiempo que durara la conversación, hacer actividades cotidianas juntos le parecía divertido, y besarlo, lo volvía loco. Era difícil para él saber lo que significaba ese sentimiento, pero entendía perfectamente lo mucho que quería poseerlo.

A la mitad de la semana, Osomatsu salió para dar un pequeño paseo. Pero al pasar frente a un pachinko parlor, se detuvo a mirar por el cristal y después de pensar unos minutos en el reto y las consecuencias que tendría, entró a gastar el dinero que tenía. No se dio cuenta de que Karamatsu había comenzado a seguirlo cuando se lo encontró una cuadra atrás.

-Te dije que había un castigo. -le dijo al verlo salir.

-Vaya, ¿viniste a recogerme? No es lo que tú crees. -sonrió despreocupadamente.

-Ah, ¿no?

-Depende, ¿cuál era el castigo?

-Jeh, ven aquí. -lo llamó con el dedo índice.

Osomatsu obedeció. Karamatsu tomó su mano y la llevó a sus labios.

-Supongo que ese no es el castigo. -dijo Osomatsu.

-Vamos a dar una vuelta.

Caminaron juntos con la idea de volver a ver la puesta del sol en el mismo lugar, aunque no se tomaron de las manos. En cuanto llegaron, Osomatsu se acostó en el pasto y le hizo señas a Karamatsu para que se acostara a su lado, pero en lugar de eso, este se puso sobre él.

-Kara-

-Osomatsu, hace unos días que te confesé mis sentimientos y tú los aceptaste, pero...

Aunque esté prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora