Capítulo 2 Alex

15.9K 595 8
                                    

"¿En qué estabas pensando Alexander?"  Agarro las llaves y me subo a mi SUV negro con la pregunta dando vueltas por mi cabeza.

Joder. La he liado, pero bien. Maldita sea, salgo con una de las mujeres más sexys del mundo, ¿Qué se me ha perdido a mí en el trasero de esa repostera? Aunque tengo que reconocer que tiene un trasero que merece la p...MIERDA. Ya estoy otra vez.  Es una chica común, vulgar. Lleva una melenita francesa, y yo odio el pelo corto. Y además me sonríe como si no hubiera visto nunca a un hombre. Definitivamente, no. No entiendo qué demonios me pasó. Sería la falta de sexo. Sí, eso es.

Tomo la salida de la autopista en dirección al set, con el firme propósito de hablar con esa chica. Demonios... si ni siquiera sé cómo se llama. Tiene un nombre español. Consuela, o algo así. Tiene su propio negocio, así que debe ser lista. Sólo espero que no se le ocurra joderme. Con suerte, no habrá ido al rodaje. Sin suerte, ahora creerá que va a volver a repetirse. Y no puedo dejar que eso ocurra.

Comenzamos a grabar y no hay rastro de ese culito en vaqueros.

— ¡Corten! Vamos a tomarnos un pequeño descanso, chicos.

— ¡Weh! ¿Qué tal, tío? Ayer al final no te vi salir — Rob es uno de mis compañeros de reparto.
Es un chico un par de años más joven que yo, alrededor de la treintena, con un fuerte acento británico. Nos conocimos hace dos años, en una fiesta del estreno de una serie en la que participaba y, desde entonces, somos buenos amigos.

— Ehm, no. Me quedé repasando unas cosas, y me fui después directo a casa. ¿Hicisteis algo anoche?

— Nah, aparte de ver el fútbol en un bareto del centro, y tomarnos un par de cervezas. Una de las cosas que más extraño del viejo continente es el fútbol. Aunque te juro que últimamente pienso que podría cambiarlo por estas magdalenas ¿con qué hará Candy estas cosas? — pregunta mientras se lleva a la boca una magdalena de chocolate.

— ¿Quién es Candy?— Le pregunto curioso.

— Candela. La chica del catering, la de la melenita. ¿Sabías que es española?— Contesta en tono casual.

— ¡Ah! Te refieres a Candela-cara de perro ¿Y cómo sabes tanto de ella de repente?

— ¡Wo wo wo!, ¿Cara de perro? ¿Candy? ¡Venga ya! Si es súper divertida. Cuando llegamos Ollie y yo al bar estaba allí con unos amigos, y nos sentamos con ellos. Es una tía bastante interesante. Pero no es tu tipo, lo entiendo — Rob me da una palmadita en la espalda mientras sonríe.

— ¿ Por qué piensas eso? Aunque es cierto, no suelo enrollarme con reposteras. — Maldición. Voy a arder en el infierno por mentiroso.

—Es inteligente. Madre soltera, trabajadora. No es una rubia sonriente de pechos grandes y largas piernas. Aunque para ser sinceros, tiene unas buenas piernas.

"¿Por qué esa frase me ha dado ganas de golpear en la nariz a uno de mis mejores colegas?".
Sin querer analizarlo mucho me despido de Rob en busca de " Candy". ¿Cuándo habrán empezado estos dos a ser tan familiares...?

Hablando del rey de Roma. Ahí está la susodicha. Vuelve a llevar esa blusa negra con el logo del Catering. Una A en rojo dentro de un anillo plateado. Y esos vaqueros que parecen una segunda piel. Pero hoy lleva botines de tacón. Un sólo vistazo a ese trasero y ya ha hecho que me endurezca. Mierda. Tengo que hablar con ella, pero no sé si quiero.

— ¿Candela? Me gustaría hablar un segundo contigo, si no te importa.

— Está bien. Tú dirás.— contesta ella.

— Acompáñame. — Me dirijo a la caravana plateada y nada más entrar me doy cuenta que no ha sido una buena idea. Allí donde pongo los ojos, me vienen imágenes de ella, besándome, gimiendo, sus piernas alrededor de mí... joder.

—Me has traído aquí, ¿para decirme...?— Interrumpe mi diatriba mental. 

— Te he traído aquí para decirte que lo de ayer fue un error. No sé qué carajo se me pasó por la mente, de veras. Quiero disculparme y decirte que por supuesto no volverá a pasar nunca más.

— Aham.

Por alguna extraña razón, empiezo a notarla ligeramente molesta. Quizás no me estoy explicando bien del todo...

— Sé lo que te debe estar pasando por la mente. Pero te aconsejo que no se te ocurra hacerlo público.

— A ver  Señor Golden-Globe,  vamos a aclarar unas cositas— dice mientras pone ambas manos entre nosotros con las palmas hacia afuera, en gesto de parada.— Uno: a no ser que sea usted telépata (o Charles Xavier de los X-men), no creo que sepa qué se me está pasando por la mente. Dos: ni se me ocurriría contarle a nadie, y mucho menos hacer público, ese " desafortunado incidente " que apenas recuerdo ya. Y tres, antes de irme, me gustaría que ambos (pero sobre todo USTED) recapacitáramos sobre la imprudencia que cometimos ayer, y me gustaría preguntarle si padece usted algún tipo de enfermedad venérea que deba tener en cuenta. — Termina con cierto aire de prepotencia, soltando el aire en un pequeño suspirito.

" ¿Pero qué demonios?"

— ¿Enfermedad venérea? ¿Pero qué coño te crees que soy?.

— ¿Y? ¿Va a contestar o no, señor Hunt? — cruza los brazos bajo el pecho mientras levanta una ceja. Mierda. De verdad me está preguntando eso.

— No.— No puedo evitar hacer un chasquido con la lengua como señal de mi disgusto— No tienes de que preocuparte.

— Bien. Siendo así, me parece que no tenemos nada más de que hablar. De hecho, ya se me está olvidando. Buenos días.

Se encamina hacia la puerta con un ligero contoneo de caderas y sale, dejándome solo. Y alucinado.

La sigo al interior de los estudios. Esta conversación no va a acabar así. Uh-huh. No señor.

La veo agarrar un bolsito e ir al baño, y sin pensarlo, voy detrás de ella, hecho una furia.

— ¿Así que se te está olvidando? ¿Qué demonios significa eso?— Le exijo saber.

— Significa que fue un polvo de mierda. Eso significa. ¿Y ahora te puedes ir antes de que llame a seguridad?— responde levantando la ceja. Otra vez, esa maldita ceja...

— No creo que fuera un polvo de mierda después de sentirte correrte de esa manera y de que me suplicaras que por favor, no dejara de "metértela ".

— Yo no supliqué nada. Sal de aquí, rubito creído.

Mierda. Me pone de los nervios, pero esa boca rosa suya, formando una o perfecta...Estoy deseando sentirla entre las piernas...

La agarro de la nuca y la beso, devorando su boca. Instantáneamente comienza a gemir al notar mi erección contra su vientre. Meto mis manos dentro de su pantalón para confirmar lo que ya sé; está mojada y excitada. Por mí. 

— Y si tan mal te follo, dime, gatita, ¿por qué estas gimiendo y restregándote contra mí, suplicante y mojada?

— Vete a la mierda Alex Hunt.

Toma su bolso y sale en tromba, golpeando la puerta roja de metal en el marco, por lo brusco de su salida.

Suelto todo el aire contenido en un largo y sonoro suspiro. Mierda. Soy un puto pirado. Un pervertido pirado perseguidor de reposteras. Bien. Justo lo que yo quería.

Un segundo antes de irme veo un destello en el suelo, y me agacho. Es una licencia de conducción de California. Candela Velázquez. 

"Vaya, vaya, Candy. Parece que el destino al contrario que tú, no quiere dar esto por acabado".

3,2,1...Action!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora