Cincuenta y Dos

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Limpio la última lágrima que brota de mis ojos (no pude contener el llanto al llegar a casa) y salgo para recoger algunas moras.

Miro el balde en mis manos y recuerdo la primera vez que vi Adrián, cuando dejó el balde para salir corriendo. Sonrío, pero al instante recuerdo que ya varias veces me he topado con él cuando voy a recolectar moras. Aún así tomo el mismo camino, ya que Claudia vendrá más tarde a hacerme compañía.

Comienzo a sacar una a una cada mora y cuando ya voy en la décima me rasgo todo el dedo índice con una estúpida espina.

Grito de dolor y de susto cuando siento que alguien me toca el hombro. Cierro los ojos y pido al cielo que sea Claudia, pero es Adrián. Apreto con fuerza la herida en mi dedo y arranco tal y como él hizo el primer día.

Moras #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora