Cincuenta y Uno.

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Él aún no quita la vista del papel que le entregué hace unos minutos. No pude evitar decirle me gustas al entregárselo, sin importar que no oyera, necitaba decírselo. Además es lo mismo que escribí en el papel.

Muerdo mi labio nerviosa y en cuanto él levanta la vista mi corazón es atacado por la desilusión, dejo de morder mi labio.

No hace falta que Adrián escriba, ya puedo entender todo con su mirada. Él no siente lo mismo.

Muerdo por segunda vez en el día mis labios, pero ésta vez para aguantar las lágrimas que se empiezan a acumular en mis ojos. Adrián se apresura a escribir algo en el papel y yo ya sé lo que está escribiéndo "podemos ser amigos..." 

Sin esperar a que termine, salgo de allí apresuradamente.

Moras #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora