La ridícula idea de perderte. 17

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-Lo siento pero José Eduardo dice que es muy raro que no podamos entrar a la cuenta de WhatsApp y que lo más seguro es que lo hayan instalado en otro teléfono... o por lo menos eso cree.

Lo último lo agrego al ver como a él se le iba cambiando la cara con un gesto de sorpresa.

Habían terminado de preparar la comida y se iban a sentar a la mesa cuando José Eduardo la llamo para sacarle las dudas, la tecnología no era exactamente el fuerte de ninguno. Ese email había venido a revolucionar la idea de cómo había muerto Carla, los mensajes de voz insistiendo para que deje de planear ir a Pachuca habían sido detonantes. La cabeza de César se había convertido en una ecuación para poder resolver o por lo menos saber cómo era que su hija había decidido viajar hasta ahí.

-Amor, trae las copas.

En silencio seguía las ordenes de Victoria para terminar de preparar la mesa y la cena, claramente se había ido de esa orbita porque el que siempre digitaba hasta el más mínimo detalle era él.

-¿Vas a prender las velas?
-Por supuesto, una cena romántica sin velas... pero como.

Ella se ríe y luego de sentarse uno a lado del otro empezaron a comer, pero se notaba la tensión que César quería disimular.

-¿Quieres que escuchar de nuevo todo?
-No, me quedo claro con esto... aparte lo que dijo José, discúlpame si me disperse pero no puedo evitarlo. –servía vino en ambas copas-
-No tienes que pedir perdón mi amor... es entendible. Es que el email dice tanto y no dice nada a la vez.
-Exactamente. Así, simplemente... que será ¿está todo ok?

Ese era el mero mensaje "está todo ok", la cantidad de cosas para imaginar eran innumerables.

-¿No reconoces ni el remitente?
-No. Pero puedo contratar a alguien para que si lo haga.
-Si es cierto, pero César... ¿crees que tienes la vitalidad para hacer todo esto? después de todo lo que te paso con el asalto, tu hija está a punto de dar a luz, tu nieta te espera... quizás escarbar en esto te termine por destrozar.
-Jamás dejaría algo como esto inconcluso, necesito ser frío para resolverlo.
-Obvio no dejarlo inconcluso... -jugaba con la comida, el tema era bastante complicado-

César mientras masticaba lentamente, se quedó reflexionando quién sería capaz de hacer algo así. ¿Será una jugada más de Vivian? ¿Sería capaz de algo como esto? Sacudió su cabeza rápidamente, eso sí que no sería capaz... no era él, era su hija y sabía muy bien que hasta ahí llegaban los limites.

-¿En qué piensas?
-¿Será que Vivian tiene algo que ver?
-levantó sus cejas sorprendida-No sé que decirte... una cuestión es el odio que te haya podido tener a ti, ¿pero a ella?
-¿Y sí hay algo más en el fondo?
-Que estás pensando, me asustas...
-No, déjalo ahí, esto de suponer me va tener al mal traer.
-¿Imaginas que fue planeado? –él asiento en silencio y toma un sorbo- pero quién tiene tanto odio encima como para planear la muerte de una muchacha que no tenía líos con nadie.
-Ahí está el problema, ¿y por qué en Pachuca? ¿Y por qué no salió nada en ningún medio?
-¿Estás insinuando algo...?
-Perdóname pero me es imposible no hacerlo. Quizás fue un asalto y término mal...
-¿Pero César la camioneta se estrelló, como sería un asalto?
-Caramba es que me desquicia... ¿¡A qué o a quién fue a ver a Pachuca!?

Terminó de pasar ese pedazo de pollo que tenía en su boca pero parecía que tragaba fuego, le iba raspando todo... la culpa se hacía presente y sabía que no iba poder aguantar mucho más.

-Hay algo más que tengo que contarte.

Él levanto su cabeza y le asintió para que siguiera pero ella se envalentonó con trago largo de vino.

La ridícula idea de perderte. #VyCOù les histoires vivent. Découvrez maintenant