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Me desperté con el tenue brillo del sol colándose por la cortina, me aferré fuertemente a mi almohada, preparada para escuchar el molesto sonido de mi alarma. Apenas sonó, me levanté y abrí la cortina. El paisaje desde mi ventana ese día invernal era precioso. Los copos de nieve se arremolinaban en el alféizar de mi ventana y el cielo estaba pintado de distintos tonos de rosado. Me quedé un buen rato admirándolo hasta que un golpe en la puerta me sacó de mi ensoñación.

- ¡Madison, o te duchas rápido o me meto al baño y no salgo!- gritó mi dulce hermana Claire, de 15 años.

- ¡Ya voy!- le grité- Enojona- murmuré levantándome.

- ¡Escuche eso!

Riéndome, salí de mi pieza y me metí al baño. Casi me caigo de espaldas al ver mi pelo reflejado en el espejo. Me duche finalmente y volví a mi pieza a vestirme. Hacía mucho frío asique elegí una chaqueta negra de cuero con chiporra y un gorro gris. Adoro los gorros y los uso hasta en verano. Ya vestida bajé a tomar desayuno y me encontré a toda mi familia comiendo. Mis hermanos: Claire, Cody, de 12 años, Marie, de 10 y Matt, de 8. Este último durmiendo sobre sus cereales. Mi madre peinaba a Marie, hay que decir que mi hermana es tan vanidosa que había que hacerle varios peinados hasta que se decidiera por un. Mi padre ayudaba a Cody con su tarea, que, para variar, se le había olvidado hacer.

Apurados, salimos de la casa y yo, al ser la mayor, y tener permiso de conducir tenía que dejar a los niños en su preparatoria. Y a mi hermana Claire a mi secundaria: Burkeville High School. Era mi último año y tenía planeado hacerlo el mejor año. Con los pequeños ya abajo me dirigí a una casa azul a lado del colegio. Se abrió la puerta y salió mi amiga Rebekah White. Pulcramente vestida y con sus rubios rizos cayéndole sobre su chaqueta, subió al asiento del copiloto.

- Llegas 2 minutos tarde Maddie- me dijo

- Por dios, seguro llegamos tarde- me burlé. Ya que estábamos a dos cuadras del colegio. En ese pequeño pueblo de Virginia, todo estaba cerca, pero con ese frio invierno, irse caminando era impensable.

- Cállate y conduce- dijo, se dio vuelta y saludó a mi hermana.

- ¡Hola Bekah!- todos mis hermanos la adoran, más que a mí, cosa que no entiendo.

-¿No viene tu hermano?

- Se quedó dormido y no pienso esperarlo- dijo. Michael, el hermano mellizo de Bekah era todo lo contrario a ella. donde ella era toda orden, el era un desastre.

Me estacioné y Claire salió corriendo a juntarse con sus amigas. Estaba cerrando la puerta cuando mi chaqueta quedó atascada en esta. Tiré para sacarla y al lograrlo me fui de espaldas. Lo mejor, no caí en el suelo. Lo peor, caí encima de alguien.

-¡Oh! Perdóname, me caí- dije levantándome y recogiendo sus libros frenéticamente.

-No importa- dijo, era una voz grave, levanté la vista y me encontré con un chico moreno y de ojos azules, muy azules. Era tan guapo que me quedé sin respiración.

-Umm, toma- le entregué sus libros cubiertos de nieve. Él se levantó con gracia y se fue.

- ¿Acaso sabes quién es él?- me preguntó Bekah, quien había observado la escena desde el auto.

- No. ¿Debería?

-¡Pues claro! Ese es James Lawrence, su familia es propietaria de la mansión Lawrence... y la mayoría de Burkeville.

-¿La que está en la esquina de mi calle?- pregunté sorprendida, pues jamás había visto a alguien salir o entrar ahí.

-Exacto, él no habla con nadie, excepto su mejor amigo Colin Williams, también rico. No te acerques a ellos.

-¿Por qué no?

-Él es rico, nosotras no.

-¿Qué tiene que ver eso?

- Da lo mismo, la cosa es que es muy misterioso.

- Lo que sea- murmuré pensativa, no lograba entender por qué no me podía acercar a alguien rico.

Entramos a la escuela y nos separamos, a Bekah le tocaba Matemática, que le encantaba y a mi Historia, que yo adoraba, me encantaba discutir con el profesor sobre temas de la actualidad y del pasado. Entré a la sala y me senté atrás. A dos asientos a mi derecha estaba el tal James, debió notar que lo estaba observando pues se dio vuelta y me miró directo a los ojos. Sus ojos, increíblemente azules, reflejaban una inmensa tristeza que solo una persona muy observadora como yo podría haber visto.

- ¿Por qué estas triste?-le solté. El pareció sorprendido de que alguien le hablara pero me miró y dijo:

- ¿Qué te hace pensar que estoy triste?

- Tus ojos lo reflejan

James frunció el ceño, apartó la vista y se sentó derecho. Yo me quedé como tonta mirándolo un buen rato hasta que el profesor me hizo una pregunta.

- Señorita Jordan, ¿Quién dijo: "Si estás pasando por un infierno, sigue adelante"?

- Ehh, bueno usted, recién.

- Muy graciosa. ¿Alguien más?

- Winston Churchill- dijo una voz a mi derecha.

- Excelente señor Lawrence.

Me sorprendí bastante, pues la mayoría de la clase no sabía ni en qué año estábamos y yo era la mejor de la clase, lo miré pero él se encogió de hombros y siguió con lo suyo.

Después de clases, me quedé a tenis y Bekah a gimnasia por lo que cuando terminamos y nos duchamos en el camarín, nos dirigimos a las canchas de fútbol a ver a Michael, el hermano de Rebekah. Era bastante bueno. Nos sentamos en las gradas, donde se nos unió Samantha, una amiga de ambas. Ella era morena con unos enormes ojos del mismo color.

Entraron los jugadores y divisé a Michael con su pelo rubio casi blanco, alto y fornido. Justo detrás de él iba Colin Williams conversando con James Lawrence. Genial, ahora tenía que verlo hasta en las tardes.

El partido llevaba ya un buen rato y seguíamos en empate con el equipo contrario. De repente James obtuvo la pelota y corrió hacia el arco, la pateó, iba directamente hacia el palo pero a último minuto puedo jurar que la vi moverse un par de centímetros. La cosa es que metió un gol y los jugadores se pusieron a gritar, iban a ir a abrazar a James, pero al parecer su reputación le precedía asique se quedó al margen de los abrazos y gritos.

Después del partido nos fuimos todos, y con eso me refiero a mí, Bekah, Michael y Sam, a mi auto para irnos a Wendy's. Les dije que se adelantaran y me dirigí a la biblioteca. Me había leído la mayoría de los libros que había ahí pero quería ver si habían llegado nuevos libros. Entré y me encontré con un chico de espaldas observando la sección de ciencia ficción.

- Harry Potter es muy bueno- le dije, él se dio vuelta y, maldición era James.

- Lo sé, los he leído todos.- dijo él, iba vestido con unos jeans y una polera blanca, su pelo estaba mojado, probablemente porque venía de las duchas.-No he tenido la oportunidad de preguntarte tu nombre.

- Soy Madison Jordan

- James

- Buen partido ¿ah?

- Supongo que fue suerte- dijo sonriendo, la primera sonrisa que le había visto.

- Oye... No sé si te interese pero vamos a ir con unos amigos a Wendy's ¿Quieres venir?

- La verdad es que tengo que ir a casa- dijo serio de nuevo- Pero gracias- dijo abruptamente y se marchó.

Mientras ordenaba algunos libros me quedé pensando en el misterioso James y en que secretos escondía...

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