LUMOS...
¿Alguna vez has deseado, casi de manera desesperada, que la tierra te trague y te escupa en un lugar mucho mejor?
De todas las experiencias que he tenido en mi vida, las últimas podrían considerarse extraordinarias. Distintas. Especiales...
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— ¡ARTEMISA ELISSA SLYTHERIN! —Di un salto del tremendo susto que me llevé al ver cómo una figura completamente manchada de color negro entraba en la habitación. Buckbeak gruñó y se sacudió, tirándome al suelo.
Solté una exclamación ahogada y me levanté, fulminando a Buck con la mirada. Éste bajó la vista y luego se acercó a la ventana de la habitación. Escuché el repiqueteo de un zapato al golpear el suelo constantemente. Me volteé y me encontré con un Sirius cubierto de pintura negra. Contuve las ganas de reír.
—Hola, Sirius —le saludé, intentando ocultar una sonrisa petulante—. Vaya, te has tomado muy en serio tu apellido, Black —no aguanté más y estallé en carcajadas. Empecé a aplaudir como una foca con retraso.
Después de haberme quedado sin aire y con las costillas doliéndome, abrí los ojos que estaban llenos de lágrimas por tanto haber reído. Sirius me veía con cara de pocos amigos, aunque vi un atisbo de sonrisa en sus labios. Me sequé las lágrimas de júbilo con los dedos pulgares y dibujé una sonrisa dulce en mi rostro, pidiendo perdón con la mirada. Sirius se pasó una mano por el cabello, que estaba más negro que la bruma en medio de la noche estrellada, sus dedos se mancharon de negro y sonrió, mostrando unos dientes sumamente blancos al igual que miles de perlas. De manera casi incandescente. Dios, parecía las luces de los bombillos del tren cuando sale de un túnel totalmente oscuro.
— ¿Por qué tanto escándalo? —Remus apareció justo detrás de Sirius—. ¡Por Merlín! ¿Qué haces totalmente recubierto de pintura negra? —Soltó una risita suave y Sirius le dirigió una mirada fulminante.
—Verás —comencé, respirando pesadamente para evitar el reír—. Sabes que el apellido de Sirius es Black, ¿no? —Remus me miró, asintiendo levemente—. He logrado que sea de manera literal —Remus se quedó callado, analizando y luego reventó en carcajadas. No dudé en unirme a esas risas.
Sirius soltó un bufido y se transformó en perro. Lo miré por unos segundos, sin saber lo que planeaba. Luego, todo fue peor.
Sirius perro corrió hacia mí y se lanzó justo encima de mí. Manchándome de color negro. Y yo estaba utilizando el hermoso vestido blanco que había comprado en Hogsmeade. El más hermoso vestido blanco. Y ahora tenía manchas negras.
—SIRIUS —estallé.
El perro se alejó, satisfecho.
— ¿Era realmente necesario? ¿Eh? ¡Sabías que era mi vestido preferido! —Me quejé, señalando mi vestido blanco-no-tan-blanco.
— ¿Ya han terminado de comportarse como niños? —preguntó Remus, me giré a verlo—. Sirius, hazme el favor y ve a arreglarte —el perro ladró y salió de la habitación, llenando de pintura negra toda la alfombra—. Artemisa, alístate. Hoy será la primera reunión de la Orden del Fénix después de mucho tiempo —salió de la habitación, no sin antes, con un elegante movimiento de varita, arreglar todo el desastre que había dejado Sirius. Aunque mi vestido no. Aggggg.
