Capítulo 24.

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¿Y tus llamadas?

Habían pasado exactamente cuatro meses desde que Ian se fue. Me llamaba todos los días, a veces sólo una vez, a veces hasta cinco veces en el mismo día.
Algo que en éste último mes, había dejado de suceder.
El primer mes me llamaba sin falta, recordándome lo mucho que me quería y me extrañaba, durante el segundo mes, sus llamadas se hicieron cada cuatro días, luego cada semana o cada dos probablemente, hasta el tercer mes, ya no hubo rastro de él que me asegurara que seguía vivo. Sus llamadas no volvieron a entrar en mi teléfono, ningún texto, y no respondía mis llamadas.

Mi padre había regresado, el proyecto de la construcción del hotel fue terminado, estaban con más de la mitad de la construcción que terminar.
Mi padre compró una casa, pequeña de una planta, acogedora y muy linda, se aseguró de comprar muebles nuevos. A mi parecer, lo defraudé un poco ya que le dije que me quería quedar en el departamento en el que estaba, pero que no dudara en que iría a visitarlo las veces que pudiera, donito vive con él, ya que Millie estaba histérica porque el perro masticaba todo a su paso, y empezó por los zapatos del armario de ella, lo que casi hizo, que lo asesinara, y con ello, que yo casi la asesinara a ella por querer asesinar al perro.

-Un día más, y me volvía loca con tu perro.-Millie se dejó caer a mi lado en el sofá.-

Miré por la ventana soltando un suspiro.

»¿Qué?

-Ian no ha llamado, para nada.-

-Tranquila, seguramente...

-¿Que? ¿Seguramente está bien? No está bien. El me hubiera llamado, me hubiera dejado un mensaje. Millie, ni siquiera su madre contesta el teléfono de su casa.

-¿Y el teléfono de ella?

-No tengo su número.-se acercó a mí.

-No te precupes...

-¿¡Que no me preocupe!?.-me levanté.- Es lo peor que le dices a una persona preocupada, no sé nada de él desde hace semanas.-

Me sentía frustrada, si él estaba en peligro nuevamente ¿Que?, Yo no estoy enterada de nada.

-Vamos.

-¿Que dices?.-miré a Millie.-

-Digo que, tengo ahorros, y sé cuánto te importa Ian, así que no me importaría gastarlo para ir.
Me dirigí a mi habitación, tenía guardados al menos 600 dólares, lo suficiente para el boleto de avión y al menos el transporte.

-Llama a tú padre y dile que irás a buscar a Ian, yo llamaré a la agencia de vuelos para comprar un boleto.-Nos dimos un gran abrazo.

-Millie, gracias.-susurré

-Para eso estamos las amigas.-me sonrió y se levantó.-

Conseguimos un vuelo que salía en dos horas, por lo que ya deberíamos ir en camino al aeropuerto.

-Hola papá.

-Señorita Maddison, tenía usted exactamente dos días sin llamar a su padre.

-Lo siento papá, ahora, quise llamarte porque iré a Illinois a buscar a Ian.

-¿Que tú qué?

-Dije que...

-¡Si te escuché! ¡¿Como que irás a Chicago?! ¡¿Con el permiso de quién?!-gritó furioso.

-Papáááá... en serio, necesito ir, quiero ir, no te preocupes por el dinero, tengo algunos ahorros y Millie me ayudará, ambas iremos.

-Mi nena, sólo cuidate mucho.-

He is Ian © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora