-Capitulo 4-

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Cuando llegue al gimnasio me dirigí a los vestuarios, a esta hora no solía haber gente, solo el hombre de la limpieza y la recepcionista. Decidí entrenar un poco a veces lo único que me hace olvidar las cosas es la gimnasia rítmica...No había traído ropa de cambio pero en la taquilla de los vestuarios siempre tenía un repuesto, sobre todo desde el día en que mi leotardo se quedo en casa y tuve que hacer mis ejercicios en mallas y sudadera, no sabéis lo incomodo que puede llegar a ser los malditos cordones de la sudadera y mas cuando estas colgada boca abajo y no paran de molestarte en la cara haciéndote cosquillas y dándote ataques de risa, haciéndote parecer una borracha.

Me cambie rápidamente y fui a la sala de entrenamiento, calenté y me puse en marcha. Estuve casi toda la mañana haciendo volteretas, saltos, acrobacias, ruedas, con la pelota, incluso con el lazo.

Podía estar haciendo todo el día lo mismo y no cansarme nunca, pero mi cuerpo no decía lo mismo desde el momento en que mi estómago rugió tan fuerte que me dio hasta miedo. Mire el reloj de la pared, las 15:00, creo que iba siendo hora de volver....

Me di una ducha rápida y me cambie a mi ropa de diario. Cuando iba por el pasillo de camino a la salida me fije en aquella puerta roja, aquella puerta que me había dado momentos de felicidad, momentos que quedaron estancados en el pasado y aún en el presente me atormentaban de vez en cuando... Me acerque a ella hasta que tenía el pomo a centímetros, alargue mi mano un poco y agarre el pomo, recuerdos volvían a venir a mi mente...

"Hace 8 años:

-Ven conmigo Sydney, te tengo que enseñar una cosa

-¿Qué es Paul?

-Anda no seas cotilla y cierra los ojos

-Pero me voy a caer si los cierro

-Yo te guio, no te preocupes

Asentí y cerré los ojos como Paul me dijo, sentí sus manos encima de mis hombros y como empezaba a guiarme por el gimnasio, hace unas semanas que decidí empezar ha hacer gimnasia rítmica, la primera vez que dije que quería ser acróbata aérea a los 5 años mi padre se puso muy feliz me acuerdo que su sonrisa fue tan grande que ocupo toda su cara, al contrario que mi madre que no estaba muy convencida de la idea, pero los padres siempre acaban llegando a un acuerdo. Mi padre me dijo que tendría que esperar unos años para empezar, a mi no me hizo mucha ilusión esperar, pero cedí a cambio de sus famosos bollos de miel. Cuando quedaba poco para mi décimo cumpleaños papá me trajo a la academia de Paul, al principio estaba algo intimidada por las demás pero pude integrarme, me gustaba todo de aquel lugar, nunca quería que llegara la hora de volver a casa y cuando lo hacía estaba deseando que la hora de volver llegara.

Puse todo mi esfuerzo en ser la mejor para que papa estuviera orgulloso de mí asique siempre intentaba terminar los ejercicios la primera y me retaba a mi misma para conseguir más.

-¿Hemos llegado ya Paul?

-Espera niña impaciente

Hoy como una puerta se cerraba detrás de mí y las manos de Paul se separaban de mis hombros

-Ya puedes abrirlos

Hice caso a Paul y lentamente abrí mis ojos para encontrarme un pequeño estudio, con grandes espejos en las paredes, ventanales altos, planchas de práctica, bancos, barras, aros y... Dos enormes cintas rojas que colgaban del techo, me quede fijamente mirándolas y me acerque para tocarlas, eran suaves y lisas y su color era de un rojo fuerte

-¿Y esto?

-El primer día me dijiste que querías llegar a ser acróbata aérea ¿te acuerdas?

Souls Found (PAUSADA TEMPORALMENTE)Where stories live. Discover now