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—Abigail, ¿cierto?

Axel había salido con mis tres mejores amigas, así que podrías pensar que me acababa de recordar por eso. Sin embargo, no se me escapó su mirada rápida a la etiqueta con mi nombre que llevaba en la solapa.

—Eso dice aquí —dije señalándola—. Qué bien que sabes leer.

—Sí, es increíble la biblioteca. ¿Escuché que tienen cámaras aquí? —Preguntó "casualmente".

Y pongo las comillas porque era demasiado evidente que estaba nervioso. ¿Qué le pasaba?

—Sí, claro.

—¿En la biblioteca? —Repitió él, como si no pudiera creerlo.

—Si te pones a pensar en cuánto cuestan los libros, te darías cuenta que hay más valor aquí que en una sala de cómputo.

—Por supuesto.

Seguía con la actitud de alguien que intenta tomar una decisión complicada. Me lanzó una mirada de pies a cabeza que me hizo querer tirarle el grueso volumen de física que alguien había devuelto hace unos minutos, pero terminó negando para sí mismo. Finalmente, soltó un suspiro agotado y empezó a mover las manos mientras hablaba.

—Mira, Abigail, la verdad es que necesito tu ayuda con algo...

¡Ja! Como si yo fuera a ayudar a este tipo después de todo lo que había pasado en los dos últimos años. Recordaba, en primer lugar, a Vivian llorando desconsoladamente después de creer que había sido abandonada en el cine solo para ver entrar a Axel con una chica de tercer año a la siguiente función. Luego, estaba Mayra, atiborrándose de helado después de que Axel le dijera que "no eran compatibles", creyendo que había algo mal con ella.

—¿Qué cosa? —Le espeté.

En esa sola frase logré reunir toda la furia que me quedaba de hace cinco meses, cuando había dejado creer a Alessandra que la acompañaría a la boda. La llamó para cancelar el mismo día, y media hora después, se estaba besando frente a toda la escuela con la capitana del equipo de atletismo.

Axel retrocedió un poco ante mi tono pero puso una sonrisa de lo más falsa.

—Verás, es que hice este favor para una amiga que en verdad lo necesitaba...

Puso su mochila sobre el escritorio y sacó una gigantesca enciclopedia. ¡Santos dioses, era el libro de historia que perdimos hace una semana!

—Pensaba devolverlo hoy, así que bueno, te lo voy a dejar para que...

—Un minuto —alcé un dedo para advertirle que guardara silencio mientras ponía en orden mis ideas. El libro de historia no había sido retirado por nadie, de otro modo nos habría bastado con ver la ficha. Simplemente había desaparecido de los estantes un día sin dejar rastro y casi le había apostado a Edith que se lo habían robado para venderlo, pues el ejemplar valía cerca de doscientos dólares. Incluso si lo devolvían, el que se lo hubiera llevado estaba en problemas.

Axel Cruz no pensaba devolver ese libro cuando habló conmigo. Incluso estaba a punto de irse hasta que llegó la señora Luna y dijo...¡Ajá! Eso tenía más sentido. Él se había llevado el libro sin idea de que hubiera cámaras y al escuchar a la señora Luna, entró en pánico.

—Has robado un libro de la biblioteca —saboreé las palabras intentando que no se me notara la felicidad—. Te podrían denunciar al consejo escolar por esto. Tendrás una suspensión, te quitarán diez puntos en conducta e irá a tu expediente académico.

Solo cuando lo dije en voz alta me di cuenta de lo que eso significaba. ¡Este era el momento que había estado esperando, era la venganza perfecta! Después de tener que ser el paño de lágrimas de las conquistas de Axel Cruz, la vida me regalaba asientos en primera fila para ver su caída.

PROHIBIDO tener citasWhere stories live. Discover now