Antes de que me siente, tocan el timbre y yo me apresuro a abrir. Durante el trayecto casi me tropiezo con mi pantalón, gracias a que hoy decidí ponerme uno acampanado, no porque no tuviera otros sino porque amo como me quedan, aunque tienen sus consecuencias.

—Hola —me saluda Rodrigo con su, ya normal y bella, sonrisa.

—Hola. Pasa.

—Me gusta cómo te ves hoy —me comenta mientras pone su brazo sobre mis hombros. Su olor a colonia me deja tonta por un segundo.

—Gracias. Tú te ves genial hoy.

Ambos no sentamos en el sofá y sacamos nuestras respectivas libretas. Estamos a punto de comenzar a estudiar cuando mi mamá entra a la sala con una bandeja llena de galletas.

—Gracias, mamá.

Espero a que ella se vaya para poder continuar, pero no lo hace. Sólo se nos queda viendo muy raro, me da a entender que algo anda mal.

—¿Pasa algo? —le pregunto algo asustada.

—No, no, no...Bueno, sí. Voy a hacerles una pregunta y quiero que la respondan.

—Para eso se hicieron las preguntas ¿no? —le contesto con humor mientras como una galleta. Ella me mira expectante y yo me retracto —. Está bien, ¿qué pasa?

—¿Son novios?

Escupo un poco de la galleta para después cubrirme la boca, un poco avergonzada. ¿Por qué nos hace esa pregunta?

Rodrigo está casi tan rojo de la cara como yo.

Pero, de alguna manera, agradezco que nos haya hecho esa pregunta. Dejaré que Rodrigo conteste, para así saber exactamente qué es lo que quiere. Mi mamá se turna para mirarnos con los ojos llenos de brillo y diversión, yo espero a que Rodrigo diga algo así que también lo volteo a ver.

—Bueno... —comienza él. Yo me giro y acomodo mi pierna para poder tener una mejor vista —. No somos novios.

—Oh —responde mi mamá, decepcionada y aunque no lo quiera admitir, yo también lo estoy un poco. Creí que diría algo más que eso, no sé qué, pero cualquier cosa más.

—Pero... —continúa Rodrigo.

—¡¿Pero?! —Ay madre.

—Ella me gusta mucho, así que espero que pronto lo seamos.

Y eso es lo que esperaba.

—Qué lindo. Entonces los dejo, tengo muchas cosas que hacer —Y sin más, se va tan veloz como un leopardo.

Yo agarro de nuevo mi libro y lo abro en la página indicada.

—Bien, página cuarenta y dos... —empiezo a decir pero noto que Rodrigo no está poniendo atención.

—Me sorprende que tu mamá nos haya preguntado eso.

—¿En serio? A mí no. De acuerdo, página...

—Creí que te quería ver al lado de Marcos y no del mío —Cierro el libro y lo dejo sobre la mesa.

—La verdad es que mi mamá me quiere emparejar con cualquier chico guapo que entre a la casa —le digo con poca importancia. Se supone que eso hacen las mamás cuando sus hijas nunca tienen novio, o bueno, eso es lo que hace la mía.

—¿Estás diciendo qué Marcos es lindo y qué han entrado más chicos a tu casa? —pregunta mientras pone sus cosas a un lado.

—¿Y qué si digo que sí? —lo reto.

Deseo... deseoWhere stories live. Discover now