Capítulo VI. p3

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—Amm, ¿no?

—¿No? ¿Estás segura?

—¿Sí?

—¡Zara! No estoy jugando —me llama la atención. Pero, ¿qué se supone que diga?

—Saben, creo que es hora de irme. Perdón si cause algún malentendido —Ugh.

—Te acompaño a la puerta, prima —Esquivé a mi mamá y caminé hasta la puerta junto con Kimberli.

Ella susurró un 'lo siento' tan falso como su sonrisa. Cerré la puerta con fuerza para después girarme y encarar a mi mamá de nuevo. De esta no saldría librada. Ella tenía la mirada seria, los labios apretados y los brazos cruzados, si no me equivoco, cada vez que hace eso es porque se está debatiendo entre castigarme o dejarlo pasar.

—¡¿Qué te pasa perro?! —Escucho a Kimberli gritar. La curiosidad me pica, entonces corro a la ventana y me asomo —. Y tú, tarada, cuida más a tu perro.

La escena es graciosa, demasiado.

Kimberli está tumbada en la banqueta con su falda cubierta de lodo y encima de ella hay un perro enorme lamiéndola. Se lo merece.

De repente, la dueña del perro se prepara para decir algo. Ahora su rostro no es, para nada, amigable. Hasta parece que le van a explotar los ojos del coraje.

—Quizá pensó que eras una perra, ese olor se puede distinguir a metros.

Me tapo la boca, totalmente sorprendida. Esto es lo mejor que jamás he visto y escuchado, por fin alguien dice la verdad. Ahora la chica esa me cae bien, pero no me gustaría ser su amiga, quién sabe cómo será su carácter con los demás.

—¿Qué está pasando ahí afuera? —pregunta mi mamá acercándose a mí.

—Ese perro le saltó encima a Kimberli —le contesto riendo. Ella me mira furiosa pero luego sonríe. Esa es mi mamá. Adoro cuando se pone de mi lado, aunque creo que el castigo se alargará aun así.

—Deberíamos ayudarla, ¿no crees?

—Nah, estará bien —le digo restándole importancia a la situación.

—Con permiso, me alejo—le dice la dueña del perro —. Además, es sólo lodo, madura.

Debería quedarme callada, pero...unas cuantas palabras no le harán daño a nadie.

—Andando, Boris —grita la chica —. Quizá le pegues las pulgas —Demasiado directa y prepotente. El perro, Boris, la obedece y va corriendo tras ella.

Kimberli pega un grito de frustración mientras se levanta de la banqueta. Se nota que está enoja, además, no la culpo; su ropa era bastante bonita y yo me enojaría si me la mancharan así.

—Oye Kimberli —grito entre risas desde la ventada —. Deberías seguir el consejo de la chica —sigo riendo —. Tienes que madurar, y madurar consiste en no meterte en relaciones ajenas.

Kimberli gira y me mira de reojo antes de irse a su casa. Ojalá no vuelva en un largo tiempo, pues lo único que sabe hacer es causar problemas.

(...)

—¡¿Un mes más?! ¿Hablas en serio? —pregunto enojada. Creí que aumentaría sólo una o dos semanas pero, ¿cuatro? No era justo.

—Muy en serio. Así que prepárate para hacer muchas compras, arreglar la casa y tu cuarto.

—Pero, no...

—Sin peros —Tomo mi mochila y la pongo sobre el sofá, lista para hacer tarea.

Deseo... deseoWhere stories live. Discover now