Capítulo 3

34 0 0
                                    

-POV Victoria-

Pasadas las tres primeras horas, por fin tocó salir al recreo.

EL EXTERIOR.

Los chicos de antes, que habían estado levantados toda la clase, pasaron cerca nuestra, y pude ver cómo el pelirrojo seguía mirando a María con una sonrisa pícara.

- ¿Qué le pasa a ese? - pregunté mientras salíamos fuera.

- A mi no me preguntes - dijo aún sonrojada.

- Si te molesta puedo...

Me interrumpió.

- ¡No empieces! - me tapó la boca.

Yo solo reí.

Nos dirigíamos al patio, pero María olvidó no sé que cosa y tuvimos que volver a su taquilla.

Me extrañé al ver unas chicas, que se me hacían familiares, creo que eran de nuestra misma clase, eran como cinco o por ahí, no me molesté en contarlas.

¿Qué coño querían?

No me dirigieron la mirada, sólo fueron acercándose a María, acorralándola.

Já, la tenéis clara.

- ¿Qué queréis? -dije haciendo hueco entre ellas, poniéndome al lado de María.

- No te pongas así, Vicky, sólo son chicas de nuestra clase - sonrió.

- Eso... Vicky, sólo somos chicas de vuestra clase - dijo la que iba en medio de todas, las otras rieron.

- Sólo queremos hablar con ella - dijo otra, falsamente, mientras agarraba del brazo a María.

Pero, mi inocente María, no se daba cuenta.

- Bueno, pues decírselo ya, tenemos prisa - me crucé de brazos con el ceño fruncido.

Le susurraron algo al oído.

Ella parecía impactada, con los ojos como platos se acercó lentamente a mí.

- ¿Qué? - pregunté confundida.

- No me interesa ese chico, ¡de verdad! -dijo como un tomate.

- Más te vale, porque si no ya sabes lo que pasará - dijo de nuevo la chica del medio.

Reina de las putas.

- ¿Qué pasará? - dije crujiéndome los nudillos.

- Nada que te importe, cerda - respondió con una sonrisa triunfante.

Pobrecita, no sabía lo que le esperaba.

Sin pensármelo dos veces, hice mi mano un puño, golpeando a esa perra, no sé con cuenta fuerza, pero les garantizo que noté crujir su mandíbula, hasta cayó al suelo.

- Repítelo - escupí al lado suyo.

- ¡Victoria! - gritó María escandalizada.

- ¡Agarren a esa cerda! - dijo desde el suelo, dolorida.

Las otras cuatro chicas, se acercaron a mí, agarrándome de muñecas, mientras yo me removía dándoles patadas o codazos.

Fue inútil, me jodieron, me jodieron bien jodida.

Mientras yo recibía golpes, María sólo suplicaba que se detuvieran.

Tras formar un gran alboroto, el director se presentó allí, pidiendo explicaciones.

Me levanté si ayuda de nadie, y algo avergonzada miré de reojo, encontrando a los dos chicos de antes, que miraban algo sorprendidos.

¿Cuánto tiempo llevaban ahí?

Killers for a one day?Where stories live. Discover now