Capítulo 1

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-POV Victoria-

Después de haber estado todo el mes con la mudanza, por fin llegó la hora. Paseé mi mirada por ultima vez al rededor mi habitación, que apenas quedaban dos muebles porque nos llevemos todo a mi nuevo piso.

Agarré mi mochila, cogí con cuidado a Rex, dejando que se subiera en mi hombro, y me dirigí a la salida, donde se encontraba María, mi mejor amiga. Ella tenía un precioso pelo castaño y unos bonitos ojos azules, algo más bajita que yo, pero casi éramos de la misma altura. Algo entristecida, abracé a mis padres y a mis dos hermanos despidiéndome de ellos y subí al autobús con María.

La miré, ella me miró, me sonrió, y me abrazó.

- Tranquila, Victoria, estaremos bien - dijo riendo.

Subimos al bus, el señor apenas se dio cuenta de que llevaba una chinchilla en el hombro, así que pasemos desapercibidas. Al sentarnos, María se apoyó en mi hombro, mientras yo miraba por la ventana cómo nos alejábamos de mi familia.

- ¿Y Luna? - le pregunté, aún mirando por la ventana.

- Ahí - señaló a nuestros pies un transportín.

No me había percatado.

Estuvimos conversando sobre algunas cosas, estábamos algo nerviosas, pues nunca habíamos vivido "solas".

Horas después, lleguemos a nuestro destino. Bajemos del bus, y empecemos a subir escaleras hasta llegar a nuestro piso, saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta.

- Nuevo hogar - suspiré mientras pasábamos.

- ¡Aquí estaremos mejor! - dijo mientras soltaba a Luna, su gata.

- Lo que tú digas... - dije cruzándome de brazos.

- ¡Pues claro que sí! - gritó alto mientras se abalanzaba sobre mí, abrazándome y haciendo que Rex saltara al suelo - ¡Vamos a ver una película y a dormir! ¡Qué mañana será un nuevo día!

No tenía ganas, en verdad, pero con tal de hacerla feliz.

- De acuerdo - dije no muy convencida.

- ¡Ve! Yo iré a hacer unas palomitas.

Se fue a la cocina, y yo fui al comedor. Busqué algún DVD, sobre a saber qué y lo puse, tirándome al sofá. Luna se puso sobre mí, acurrucándose, y después Rex, sobre Luna.

-Pov María-

Por fin había llegado el día, el día que tanto esperaba desde hace más de un mes, ¡Iba a vivir junto con mi mejor amiga!. No más hermana mayor que te mande como si fuera la reina ni padres que te regañen por cualquier cosa.

Yo esperaba ilusionada en la entrada de la casa de mi amiga Victoria, o como yo la llamo, Vicky, junto con el maletín de transporte de mi preciosa gata persa Luna.

Luna se movía algo inquieta dentro del maletín ya que no le gustaba estar encerrada, suspire pero luego sonreí al ver a mi amiga acercarse con su chinchilla en su hombro.

La vi abrazar a sus hermanos y a sus padres, se le veía entristecida, y era normal, echaría de menos a su familia, vale... Yo también echaría de menos a la mía, pero no era el caso.

Vicky tras separarse de sus hermanos se acerco a mí, aunque no se le notara, yo sabia que estaba triste aunque ella seguramente lo niegue.

Ella me miró, yo la miré, le sonreí y la abracé para animarla.

- Tranquila, Victoria, estaremos bien - dije riendo.

Ella no dijo nada, solamente subió al bus, yo la seguí y subí también al auto. El conductor no se dio cuenta de la pequeña bolita de pelo grisácea que victoria tenia en el hombro así que me quede tranquila, no queríamos tener problemas sobre no subir al bus con animales fuera de su transportín.

Victoria y yo nos sentamos en uno de los asientos del bus, apoye mi cabeza en el hombro de mi amiga mientras ella miraba por la ventana sin decir nada, hasta que un rato después habló.

- ¿Y Luna? -me preguntó sin apartar la mirada de la ventana.

- Ahí -señalé a nuestros pies donde estaba el maletín donde estaba Luna dentro.

Ella solo lo miró con algo de sorpresa, seguramente ni se había dado cuenta de que estaba allí.

Un rato después estábamos hablando sobre algunas cosas, ella al igual que yo estábamos algo nerviosas, no estábamos acostumbradas a vivir "solas" en un piso.

Algunas horas después el bus se para indicando que ya habíamos llegado a nuestro destino, cogí el maletín donde estaba Luna y baje del bus con Victoria detrás mía.

Estaba contenta, no espera, estaba feliz, habíamos llegado a nuestro nuevo hogar, era un barrio tranquilo y estaba minutos de la ciudad, ¡Todo ventajas!.

Mi amiga se adelantó y empezó a subir las escaleras hasta llegar a la puerta de nuestro piso sacando la llaves para abrirla.

- Nuevo hogar -Suspiro ella mientras entraba en el piso.

- ¡Aquí estaremos mejor! - dije mientras soltaba a Luna, que empezó a desperezarse clavando sus pequeñas uñas en el suelo.

- Lo que tú digas... - dijo ella cruzándome de brazos.

- ¡Pues claro que sí! - grité alto mientras me abalanzaba sobre ella, abrazándola haciendo que su mascota Rex saltara al suelo - ¡Vamos a ver una película y a dormir! ¡Qué mañana será un nuevo día!

Ella me miró, se notaba a la legua que no le emocionaba la idea pero quería que se animara.

- De acuerdo - dijo no muy convencida.

- ¡Ve! Yo iré a hacer unas palomitas -Le dije aun sonriendo, ella solo asintió con la cabeza.

Me fui a la cocina, abrí un armario donde estaba las palomitas y las metí en el microondas. Minutos después el aparato pitó y saqué las palomitas para ponerlas en un bol.

Antes de ir al comedor abrí la nevera y cogí dos bebidas. Al salir de la cocina vi a mi amiga semi-tumbada en el sofa con Luna sobre ella y luego el pequeño Rex, sobre Luna.

Aunque las dos estábamos entristecidas sobre dejar a nuestras familia sabía que nos lo pasaríamos bien juntas viviendo en aquel piso.

Killers for a one day?Where stories live. Discover now