17. Silencio aplastante.

Start from the beginning
                                    

Cristóbal se lo arrebató, lo abrió y lo leyó. Al ver lo que ahí decía, palideció sintiendo que el piso se abría bajo sus pies para tragárselo de un solo bocado. Respirar costó trabajo y miles de sentimientos se mezclaron en su interior. ¡No, no, no! Un sudor frío viajó por su columna vertebral, su respiración se disparó.

-¿Quién le dio esto? -rugió acercándose, completamente fuera de sí. El hombre retrocedió negando.

-Es una prueba de embarazo, y bueno, supuse sería su hijo, pero igual podría ser de cualquiera. Así que le propongo que, si es suyo, la mantenga y la aleje de mi casa, y si no lo es, no se meta en lo que no le incumbe -Cristóbal lo tomó de la camisa con fuerza, apretando la quijada. El hombre, lívido, buscó soltarse.

-Lárguese de aquí antes de que le rompa su jodida nariz y todos sus putos dientes... Ahora -no gritaba, pero la amenaza era frontal. Supo, por su mirada fría, cargada de odio, que lo haría. Ese hombre parecía un demonio, tembló asustado.

-¡Suélteme! -Lo bajó logrando que resbalara y cayera sobre su trasero.

-Sácalo de aquí, Roberto, ahora -exigió dándole la espalda, arrugando el papel que tenía en la mano. Un maremoto barrió con todo, de nuevo. Eso no podía estar ocurriendo, no ella, no a él.

-Haga lo que le plazca con Kristián, pero la casa será mía... -Lo escuchó decir. Aún no salía de ahí. No volteó, no podía, se sentía anclado a ese lugar.

Sus latidos podía escucharlos tras sus orejas. La saliva estaba espesa y tuvo que jalar un poco el nudo de la corbata porque se ahogaba. Lo volvió a abrir. Su nombre estaba ahí y un <<Positivo>> en negritas, dejaba claro que era real. Lleno de odio, de rabia, de impotencia, salió de ahí.

El escolta se lo topó en el pasillo. Al ver su expresión supo que estaba lleno de cólera. Cerró los puños mostrándose indiferente, ese era su trabajo.

-¿Aún sigue ahí? -Supo que se refería a la joven. Asintió con formalismo. Pasó a su lado, aún con los latidos empalmándose de tan rápido que iban.

Condujo sin prestar atención en nada. La sangre corría por su cuerpo quemando cada maldita arteria, cada pensamiento, cada atisbo de cordura. Entró buscándola con la mirada. Al no verla, subió de dos en dos los escalones. Su mente estaba cubierta por un manto negro que no le permitía hilar nada. Todo se mezclaba en su mente, ya nada volvía a ser como debía, no podía estarle ocurriendo aquello.

Abrió la puerta sin más. Ella se abrochaba la camisa con movimientos lentos, su rostro estaba cargado de melancolía y su cabello lucía alborotado. Le importó poco.

Kristián respingó al verlo ahí, así. Sus ojos parecían ajenos, plagados de rencor, de frío odio. Pasó saliva sintiendo, pese a la distancia, su gélida ira.

-¡¿Me puedes decir qué diablos es esto?! -Y aventó el papel a la cama. Ella no se movió, pero lo observó de reojo. ¿Qué le sucedía?-. ¡Agárralo, carajo!

-¿Qué te pasa? -quiso saber sin moverse. El hombre caminó y al tenerla a unos centímetros sintió aún más dolor, más rabia, traición. Era un imbécil por haber vuelto a confiar.

-Sé que estás embarazada -Kristián perdió el color de inmediato, sus ojos se abrieron. ¿Cómo lo supo?-. Fuiste hábil, inteligente... Pero de mí no obtendrás nada, ese es el truco más estúpido y viejo de todos. Ni siquiera puedo asegurar que sea mío -La joven, con el llanto atorado en la garganta, escociéndole los ojos, elevó la mano y con fuerza lo abofeteó. Cristóbal, al sentir el impacto la tomó por lo brazos respirando agitado.

-¡Eres un imbécil! -soltó ella, indignada, rebasada por todo lo que ocurría-. ¡Cree lo que te plazca, me importa una mierda! -escupió sin soltar su mirada. Sus rostros se hallaban a unos cuantos centímetros.

Atormentado Deseo  © ¡A LA VENTA!Where stories live. Discover now