7. Juguemos.

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 DISCLOSURE - LATCH ft SAM SMITH

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DISCLOSURE - LATCH ft SAM SMITH

Por la mañana Cristóbal decidió permanecer en su habitación trabajando, haciendo algunas llamadas y logró incluso una videollamada con Andrea, cosa que lo alegró bastante, más aún porque pudo ver a Fabiano despierto mientras ella lo mantenía pegado a su regazo. Eran tan dulces, tan perfectos.

Hablaron más de una hora. De esa manera logró que toda lo que en su mente había se diluyera y dejara de tener relevancia, después de todo lo único que realmente le importaba estaba justo frente a sus ojos y lo que sucediera fuera de ello, era insignificante. Aun así, durante la madrugada decidió que si no podía ponerle freno a lo que entre ambos bullía, tendría que hacer algo al respecto. Ya averiguaría qué.

Kristián optó por regresar a algunos sitios que le agradaron. Le compró un detalle a su abuela y también a sus amigos.

Se sentía extraña, pero nada evitaría que disfrutara lo que a su alrededor tenía, jamás se lo permitió, en ese instante tampoco. Si el deseo no disminuía entre ambos tendría que hacer algo al respecto. Ya averiguaría qué.

***

En cuanto subió al auto, horas más tarde, su colonia viajó hasta el centro de sus pulmones arremolinándose en su estómago para de pronto emerger en su piel erizada. Él veía hacia afuera con gesto ausente, parecía incluso que no se había percatado de su presencia.

-Buen día -saludó cortés. Acomodándose en el asiento de piel de forma pausada. Él asintió con la cabeza pero no giró. Torció la boca notando que había amanecido mudo. Debía ser muy difícil vivir de esa manera, sin dejarse fluir, contenido, con ira y rabia manifiesta siempre, desconfiado, juzgando. Sí, de todo eso se había percatado en el tiempo que llevaba laborando a su lado. Era un hombre que no se abría, que no parecía tener la menor intención de hacerlo jamás y sabía un poco de sus razones, sin embargo, la intrigaba y la atraía en demasía, tanto que sin esfuerzo evocaba su cuerpo grande, sobre el suyo.

Su móvil sonó, sin perder tiempo se entregó al trabajo, en ese ámbito se sentía segura y podía olvidar todo sin pensar en nada. Lo cierto era que ansiaba llegar a México, ir a El Centro y de esa manera dejar a un lado verdaderamente lo que en su cuerpo y mente acontecía.

Durante el viaje hablaron lo necesario. Frío profesionalismo fue lo que reinó.

-Mañana, a primera hora, mande a certificar los documentos. Buenas noches, señorita Navarro -subió a un enorme auto negro que ya lo esperaba en el hangar y sin mirarla una sola vez cerró la puerta. La joven pestañeó torciendo los labios. Casi sentía helada su piel, como si un hombre de hielo fuese ese con el que había compartido ardientes momentos. Otro auto apareció, era el suyo, subió después de darle su equipaje al chofer y en silencio observó cómo serpenteaba la enorme ciudad de México. Saludaría a su abuela, dejaría sus cosas y se iría a desfogar, sentía que las piernas, las manos y la cabeza le cosquilleaban, necesitaba dar fuga a lo que la estaba aturdiendo, alternado, incendiando.

Atormentado Deseo  © ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora