17. Silencio aplastante.

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JO JO - SAVE MY SOUL

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JO JO - SAVE MY SOUL



Cristóbal llegó a la empresa como solía. Saberla en su apartamento, segura, dormida, le generaba cierta paz, algo que hacía mucho tiempo no experimentaba, incluso se sentía poderoso, sereno.

Poco después de las diez, Jimena entró un poco desconcertada.

-¿Qué sucede? -quiso saber intrigado ante su expresión.

-Señor, hablaron de seguridad, un hombre que dice ser el tío de Kristián, está aquí...

Arrugó la frente sin comprender qué diablos hacía en la empresa.

-Bien, que le den acceso.

Roberto apareció un segundo después.

-Disculpe, señor. Me avisaron que el hombre con el que ayer la señorita Kristián tuvo un conflicto, se encuentra en el conglomerado.

Cristóbal se levantó, asintiendo.

-Así es, ya di órdenes para que entre -expresó relajado.

-No puedo dejarlo solo, no sin saber a qué vino -argumentó serio su escolta.

-Lo entiendo. Te aseguro que viene a reclamar alguna estupidez por lo ocurrido ayer.

Cinco minutos después, el hombre entró acompañado por Blanca. La chica cerró al salir dejándolos solos a los tres.

Ignacio estudió el sitio, desde que llegó quedó perplejo, atónito. No creyó que su sobrina trabajara en un lugar como esos, y que ese hombre al cual deseó partirle la cara la noche anterior, fuese el dueño de ese impresionante edificio. Cuando dio con todo en casa de sus padres, decidió hacerle una visita. Su sobrina no tenía derecho a robarle lo que le pertenecía, ya ahí tenía su mina de oro. Gracias al cielo se le ocurrió remover entre sus cosas y fue así como encontró más de lo que hubiera esperado. Un poco de investigación en la red y encontró la empresa, y... al dueño.

-¿Señor Garza? -soltó el hombre. Iba vestido de forma casual, perfectamente peinado y con gesto imperturbable.

-¿Qué desea? -preguntó educadamente Cristóbal, cruzándose de brazos. La sonrisa cínica del hombre calentó su sangre. Deseaba dejarle la huella de su puño en medio de los ojos. Se contuvo, y lo estudió impávido.

-Mi sobrina no pierde el tiempo -y silbó dejando vagar sus ojos a su alrededor. Se controló mirando de reojo a Roberto, que observaba todo sin moverse-. Supo jugar bien sus cartas... Mire que amarrarlo de esa manera, no debió permitirlo...

-Hágame el favor de decir a lo que vino y largarse, tengo mucho trabajo. -Ignacio lo miró con indolencia, con gesto triunfante.

-No creo que usted desee tener a su hijo viviendo en esa casa -Al escuchar eso no pudo evitar arrugar la frente sintiéndose de pronto descompuesto. ¿De qué carajos hablaba? El hombre sacudió la cabeza riendo. Sacó del bolsillo de su camisa un papel y se lo tendió-. Veo que no sabía nada, pero seguro se lo iba a decir muy pronto... -le guiñó un ojo con cinismo.

Atormentado Deseo  © ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora