16. Estar enamorada.

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BRITT NICOLE - THE SUN IS RISING

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BRITT NICOLE - THE SUN IS RISING

Condujo sin hablar, Kristián veía a través de la ventana, limpiándose las lágrimas cada tanto. Su pecho lo sentía oprimido, impotente. Deseó ser mucho más de lo que era para así volver a ver sus ojos chispear.

Se detuvo frente a un lugar acogedor, un tanto escondido. Madera por doquier y unas cuantas mesas en su interior. En cuanto el mesero lo vio, sonrió saludándolo con familiaridad. Ese sitio no parecía ser algo a lo que Cristóbal estuviese acostumbrado, no obstante, le gustó, la hizo sentir menos expuesta, en calma. El hombre entrelazó sus dedos con los suyos logrando que se sorprendiera, y anduvo hasta una pequeña mesa para dos que se hallaba pegada a una pared. Deslizó una silla y con un ademán la invitó a sentarse. Un segundo después él ocupó la de enfrente.

-Debes comer -le dijo despacio. Ella asintió agradecida. Comida italiana, lo supo en cuanto cruzó la puerta. El mesero tomó sus órdenes cuando Cristóbal lo llamó.

Jamás había llevado a nadie ahí, ni siquiera a Mayra, lo hubiese desdeñado en el acto. Era un sitio en el que se sentía a gusto, donde la elegancia y soberbia, no tenían acceso, por lo mismo, cuando necesitaba alejarse un poco de todo aquello, ahí iba. No sabía por qué pensó en ese pequeño restaurante en cuanto subió a su auto, pero lo cierto era que hubiese hecho cualquier cosa por verla más serena, decir algo mordaz, sonreír sin más por cosas tan simples que jamás se hubiese percatado.

Comieron en silencio. La joven lucía asombrosamente exhausta, debía querer demasiado a esa mujer que falleció, parecía haber perdido a una madre. Una hora después terminó incluso el postre que le pidió al verla indecisa.

-Gracias... -susurró limpiándose con delicadeza esa tierna boca.

-Debes descansar -apuntó con un dejo de ansiedad. No comprendía en lo absoluto su actitud, pero realmente se lo agradecía. Se sentía fuera del planeta, ajena a todo, con un dolor demasiado hondo en el pecho y con temor a lo que vendría.

-Lo sé -admitió jugando con el servilletero.

-Tomate unos días -se encontró diciendo sin poder evitarlo. Ella alzó la mirada sonriendo agradecida.

-No creo que pueda, prefiero estar ocupada -argumentó bajito. Cristóbal no sabía qué decir, se sentía tan solo un espectador de su pena, con tantas piezas faltantes, con tantos huecos y ni un solo consejo que dar. La frustración lo tenía cautivo.

Una hora y media después iban rumbo a su casa.

-¿Vivían con ella? -deseó saber de pronto. Kristián asintió con la cabeza completamente recargada en el asiento, sin decir nada.

Al acercarse a la fachada de su hogar, la chica arrugó la frente irguiéndose. Una camioneta con todas las puertas abiertas, llena de cosas. De pronto su tío Ignacio apareció. Cristóbal detuvo el auto, perturbado por su reacción.

Atormentado Deseo  © ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora