9. Roces sutiles.

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MADILYN BAILEY - WILDEST DREAMS (Cover)

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MADILYN BAILEY - WILDEST DREAMS (Cover)

Al día siguiente Paloma y Andrés fueron a desayunar a casa de Kristián. Su amigo se enfrascó en una partida de domino con su abuela, y ellas aprovecharon para realizar las compras de la semana.

-¿Cómo va todo con tu jefe? -se animó a preguntar Paloma mientras dirigía el carrito del supermercado a su lado. Kristián giró sonriendo.

-Ya te habías tardado. -La aludida le dio un pequeño empujón.

-Andrés no está de acuerdo, digo, yo tampoco creo que sea lo mejor, pero... te conozco, te traes algo -musitó con picardía.

-No me traigo nada... Ya deja eso -la instó al tiempo que tomaba un empaque de galletas saladas.

-Mentira, asquerosa mentira. Recuerda que eres como mi hermana, crecimos juntas y te conozco. Pero ya me lo dirás, lo sé -alzó el mentón y avanzó fingiendo indignación. Kristián rodó los ojos negando. No estaba molesta, la conocía de sobra, lo cierto era que no le creía. Sin embargo, algo le decía que no debía hablar de ese tema, que si lo mantenía en un plano externo a su vida personal, no se involucraría más y que si todo terminaba de pronto, podría seguir como si nada, de otra manera lo llevaría a su realidad, sería un tema de conversación y eso no era lo mejor.

A las siete ya estaba con las palmas húmedas, torciendo una y otra vez la boca sin cesar. Acomodaba los platos que usaron a mediodía, su abuela ya descansaba y sus amigos habían ido al cine. Quería ir y a la vez no. El pecho cosquilleaba, sus terminaciones nerviosas las sentía al límite. Resopló molesta consigo. Si no podía con ese juego, entonces era el momento de dejarlo.

Subió a su habitación, se observó en el espejo que tenía a un lado de su puerta y respiró profundo. Si cerraba los ojos podía incluso sentir sus manos viajar por su cuerpo de esa forma desconocida, arrogante pero llena de pasión. Sus vellos se erizaron de inmediato.

Iría. ¿Qué más daba? Necesitaba otra vez de él, de su tacto, de su fuerza, de su lujuria, de todo aquello que despertaba en su piel.

Ladeó el rostro al contemplar su atuendo. Una mini falda y una blusa blanca cualquiera que tenía detalles estampados en la parte baja, junto con tenis blancos, una coleta alta mal sujeta y prácticamente nada de maquillaje.

Así solía ser, esa era ella en realidad, pero debido a las exigencias del trabajo se vestía de manera formal. Sonrió con picardía. Sí, así se presentaría, moría por observar su rostro frío, elegante, soberbio, al verla tan desgarbada. Le gustaba provocarlo, constantemente sentía esa necesidad, aunque desde que todo el juego comenzó lo evitó, pero poder observar sus facciones imperturbables salir de esa gélida envergadura, le agradaba, la hacía sentir que estaba frente a un humano, una persona que tal vez algún día volvería a la vida. De pronto enarcó una ceja al comprender por dónde iban sus pensamientos. ¿A ella qué más le daba si decidía eso? Volcó los ojos y se alejó de su reflejo. Pasaría a comprar un helado antes de llegar.

Atormentado Deseo  © ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora