R.3

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— No quiero —. Dije, dándole la espalda.

Esta mañana Vic me había comentado que quería llevarme a casa de sus padres para presentarme a su hermano menor.

En otras circunstancias lo hubiese aceptado.

Pero no lo hice. ¿Por qué lo haría si apenas y lo conozco?

— kells, tienes que ir, ahora soy yo quien te da un techo, ¿recuerdas? tienes que obedecerme.

¿Acaso me dio elección?

— Yo no te pedí tu "preciado" techo —. Aclaré enfadado.

— Claro, lo olvide. Tu padre prácticamente te regaló...

Dolió. Lo sé porque las lágrimas resbalaron con rapidez por mis mejillas.

— ¡Cierra la boca! —. Le grité, sintiendo como algo se desgarraba en el proceso.

Sé que él tiene razón, mi padre prácticamente me regaló. Aún no sé sus razones y es por eso que una parte de mi se rehúsa a creerlo.

— Kellin, lo lamento, no fue mi intensión —. Se apuro en decir, quitando del camino mis manos, que con brusquedad rasgaban en mi rostro, quitando las gotas resbalando.

— ¡No puedes decirme que lo lamentas cuando el daño está hecho! Ese es el problema con las personas, primero te hacen mierda y después lo lamentan porque sus malditas conciencias despiertan fuera de tiempo —. Me alteré, apartando sus manos con brusquedad.

— No, Kells, de verdad lo siento, me arrepiento. Y no por el hecho de que mi conciencia me haga mierda, sino porque no quiero hacerte daño, y mucho menos ver esos hermosos ojos llenos de lagrimas —. Dijo dulcemente, tomando tras sus delicados pulgares los restos de mi llanto. 

Realmente no sé que hizo o qué es lo que estoy sintiendo justo ahora, pero logró un efecto en mi.

Su linda mirada, su tierno toque, sus suaves palabras, ¿todo de él podría ser así de perfecto? Es casi como si me tuviera bajo un hechizo, en el cual, por más que me lastime, estaré condenado a perdonarlo.


El Peso Del Alma. [Kellic]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang