8. Mentiras piadosas... y otras no tanto

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Disclaimer: Como sabrán, ninguno de los dos dramas me pertenecen.

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Capitulo 8.

Mentiras piadosas... y otras no tanto.

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El día en las empresas "Grupo JK" había estado más tranquilo que de costumbre. Tal vez, por ese motivo, Jae Kyung se mostraba más distraída que cualquier día; su secretaria le había repetido algunos memorándums más de una vez, había llegado tarde a la junta de la mañana, y para cerrar con broche de oro, tenía a su padre dándole una larga platica sobre un negocio en el extranjero, del cual, obviamente, no había escuchado más de tres palabras.

– Ha Jae Kyung ¿Me estas prestando atención? – la respuesta era obvia, y aun así, el señor Ha esperaba a que su hija se dignara a decir algo.

– ¿Eh?... si, lo he entendido. Bueno, no. ¿De qué hablamos?

El padre de Jae le miro de forma dura, pero ni así, la pelinegra espabilo.

La relación padre e hija se había deteriorado desde el momento en que ella se había negado a casarse con Jun Pyo. El señor Ha aun tenia pesadillas con ese día, recordando lo cerca que había estado de llegar a lo más alto de la economía –y sociedad– Coreana. Era algo que su orgullo de empresario jamás olvidaría. La frialdad con la que trataba a Jae Kyung, era tan natural desde ese día, que llegaba a sorprender a los más cercanos.

Por eso la pelinegra evitaba estar mucho tiempo en familia. Nunca le había gustado que le miraran con compasión, lastima o algún sentimiento parecido.

– Olvídalo. Tu todo lo tomas a juego, pero te advierto algo... – el señor Ha recargo los codos en la fina madera de su escritorio, entrelazando los dedos, al tiempo que recargaba la barbilla en estos últimos. – Si sigues con ese comportamiento, regresaras a Estados Unidos, y no exactamente a dirigir las empresas.

En cualquier otro momento, Jae Kyung prestaría atención a la advertencia de su padre, pero ese día, su mente estaba demasiado ocupada. Asintió dócilmente y tras una reverencia, abandono la oficina.

Deambulo un tiempo en los pasillos, caminando a paso lento hasta la seguridad de su oficina. Una vez dentro, se dejo caer en la cómoda silla del escritorio. Estuvo un rato jugando con todo y nada, girando en la silla, removiendo su cabello, mirando por el inmenso ventanal, pero sobretodo, llevando con cuidado sus dedos a los labios.

Desde la noche de la fiesta no se podía quitar el sabor de él. Y Jae Kyung no sabía si eso le molestaba o le gustaba.

– Estúpido mujeriego engreído – gruño, o más bien dicho, ladro Jae.

Sería hipócrita decir que no se había dado cuenta de la tensión –y no exactamente de enojo– que existía entre ambos, pero igual, no dejaba de molestarle el hecho de haber caído. Ella no era Ga Eul, no creía en el amor eterno, las almas gemelas ni en el cambio de las personas. Jae Kyung podía gritar a los cuatro vientos que admiraba a su inocente amiga, pues ella jamás sería capaz de sacrificarse o sufrir tanto por ningún hombre. No lo valía.

Además, tuvo su dosis de F4 con Jun Pyo.

Y todo estaba bien. Ella sabiendo que Woo Bin la deseaba, y él sabiendo que jamás la tendría en su cama. Bueno, al menos, ese era el plan inicial. Pero la noche del compromiso de la parejita Pooh –pues vaya que derramaban miel–, todo se había ido al carajo.

Desde el momento en que Jan Di no les dejo más opción que ir juntos, Jae Kyug y su sexto sentido, supieron que era mala idea, una muy mala idea. Cuando la diseñadora termino de confeccionar el vestido que usaría, Jae estaba segura que debía quedarse en cama y fingir un resfriado, pero cuando Ha Ni y Ji Hoo les habían dejado solos, discutiendo tan acaloradamente, termino repitiéndose mil veces en la mente que jamás debió salir de su casa.

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