CAPÍTULO 3: EL PRIMER DÍA JUNTOS

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N/A: Muchas gracias a todos por leer y comentar... Por cierto, comencé un fic Blam por si a alguien le interesa...

CAPÍTULO 3: EL PRIMER DÍA JUNTOS

Con la ayuda de varios amigos, consiguieron llevar todas las cosas de Violet a casa de Blaine en apenas cuatro horas. A pesar de todo, era realmente tarde cuando todos se fueron y la niña estaba dormida en el sofá, con su pijama con la imagen de Elsa de Frozen puesto. Mary seguía en el hospital y le había avisado de que el abogado de los Simons había leído todo y sabía que no podían quitarle la tutela de la niña salvo que demostraran que era incapaz de cuidarla. Eso permitió que se tranquilizara, que se diera cuenta de que nadie se llevaría a la pequeña.

A pesar de todo, le pidió a la madre de Sam que le diera el número de los otros abuelos. Dejaría que pasara el tiempo para que se pasara el enfado y trataría de que con la muerte de Jen, Violet no perdiera también a sus abuelos maternos. No era lo que él quería para ella. La señora Evans se sintió orgullosa, esa decisión era otra muestra más de que era la persona idónea para cuidar a su nieta.

Por supuesto que a ella le dolía no pasar todo el tiempo que quería con ella, pero entendía que estaría mejor cuidada por alguien que pudiera correr con ella por el parque, jugar con el balón... Y ellos ya no tenían tanta energía para eso.

A las siete de la mañana, cuando Blaine sólo había conseguido dormir durante 4 horas, Violet se pasó a su cama y comenzó a moverlo.

– Tío Blaine... "Hambe". – La niña protestó y el moreno se despertó algo cansado.

– ¿Tienes hambre, Cupcake? – El moreno preguntó y ella asintió.

Anderson buscó entre las cosas de la niña su taza. Ella estaba empezando a beber con una jarra y le puso un poco de zumo para que lo bebiera. Le preparó su leche y sacó unas galletas para que las comiera. Después de que terminara, los dos fueron a la habitación para vestirla. Miró la ropa que la niña tenía para elegir algo adecuado. No sabía lo que harían ese día pero Violet vería a su abuela, por lo que quería que fuera elegante. Sin embargo, pronto decidió que le pondría unos pantalones porque no sabía poner los pantys, mucho menos con el pañal.

Intentar peinarla fue algo más complejo. Sabía que lo primero que debía hacer era desenredar su cabello rubio pero no era fácil ya que la pequeña no paraba de moverse y de quejarse de los tirones. Después intentó ponerle dos horquillas, pero no conseguía que se quedaran fijas y con cualquier movimiento se desplazaban. Intentó hacer una trenza pero quedaba totalmente despeinada. Por último intentó poner una coleta pero siempre la ponía torcida. Él nunca se había tenido que preocupar de esas cosas, por lo que no sabía cómo hacerlas. Finalmente le dejó el pelo suelto, aunque estaba decepcionado porque no quería que su abuela pensaran que no la cuidaba bien.

Decidió que haría una lista de cosas para preguntar. Necesitaba saber qué era lo más adecuado para el desayuno de una niña de dos años y tenía que saber cómo se ponían los pantys, se hacían trenzas y coletas o cómo poner horquillas de manera que se queden en su sitio en vez de moverse cada vez que gira la cabeza.

Cuando Violet estuvo vestida, le puso los dibujos para que estuviera entretenida mientras él se preparaba. Sabía que necesitaría ayuda para cuidar a la niña, pero estaba dispuesto a hacer cualquier esfuerzo con tal de cumplir con las expectativas que Sam y Jennifer tenían sobre la vida de su hija cuando lo eligieron tutor legal de la pequeña. Esperaba que el rubio pudiera comprobar con sus propios ojos el resultado de su esfuerzo en un futuro no muy lejano. Evans era su mejor amigo y le costaba muchísimo imaginarse su vida sin él, la persona que era capaz de hacerlo sonreír incluso en los peores momentos.

La visita al hospital fue de lo más tranquila. Violet, todavía ajena a lo que estaba pasando, entretuvo a su abuela, ayudando a que esta se relajara tras llevar muchas horas en el hospital. La inocencia y alegría de la más pequeña era contagiosa, por lo que ayudó a que se olvidaran de los problemas durante unos minutos.

Sam seguía igual que el día anterior y la preocupación de los médicos seguía ahí. Por un lado era bueno que su estado no hubiera empeorado pero tampoco era buena noticia que no hubiera despertado. Blaine empezaba a estar nervioso, no quería que su mejor amigo acabara sus días en una cama de hospital. Fuera lo que fuera a pasar, prefería que fuera cuanto antes.

La mujer le contó algunas cosas sobre Violet para que la pequeña notara lo mínimo posible. Era una mala época porque estaba empezando a aprender a usar el orinal y pedir cuando sentía la necesidad. También estaban empezando a quitarle el chupete y a tener más independencia, por lo que él tenía que seguir ayudándola a conseguir esa libertad. El moreno sabía que sería difícil, pero no iba a eludir su responsabilidad, no cuando él también creía que era lo correcto que la niña se quedara con él.

Decidieron comer con Mary y después volvieron al apartamento para que la menor se echara una siesta. Mientras ella dormía, Blaine hizo unas llamadas que sabía que tenía que hacer...

– Hola cariño, ¿a qué debo el placer de oír tu voz? – Pam exclamó feliz.

– Mamá... Ha habido un accidente... Jen ha muerto y Sam esta en coma en el hospital. – El moreno dejó caer las lágrimas que llevaba mucho tiempo conteniendo. Apenas se había permitido un rato de debilidad en el hospital cuando había recibido la noticia.

– Oh, mi pequeño. Lo siento tanto... ¿Necesitas algo? – La madre se preocupó por su hijo.

– Sí, necesito tu ayuda... ¿Crees que a papá le importará quedarse unos días solo para que vengas a ayudarme? – El joven pidió.

– Lo siento cariño, pero ahora tengo un proyecto que no puedo abandonar en el trabajo. ¿Por qué quieres que vaya allí? – La mujer quiso saber.

– Sam y Jen querían que fuera yo el que me encargara de Violet si ellos no podían... No sé qué hacer con una niña de dos años... La he cuidado algunas veces y gracias a eso se cambiar pañales pero hay muchas cosas que no he hecho y tengo tanto miedo... – El ojimiel se secó las lágrimas, era el momento de ser un hombre y ser fuerte por la pequeña.

– Ningún padre nace sabiendo todas esas cosas. Puedes preguntarme lo que necesites, estaré pendiente del teléfono, pero no te preocupes, sé que lo harás muy bien. Siempre he sabido que serías un gran padre y lo vas a conseguir.

Madre e hijo siguieron hablando durante un rato y Blaine, cuando colgó, sabía que tenía que llamar a alguien más.

– Hola Ardillita, ¿qué tal estás? – La voz alegre de Cooper sonó al otro lado.

– ¡No me llames así! Bueno, no importa. Llamaba para darte una noticia... Jen y Sam tuvieron un accidente y... – El menor no pudo evitar volver a llorar.

– Blaine... Ahora mismo busco un vuelo a Nueva York. – El mayor se apresuró a decir.

– Coop, no es necesario... Sólo estoy mal porque Sam está en coma, Jen no lo ha superado y me tengo que hacer cargo de Violet... Tú tienes tu vida y tendrás cosas que hacer... – El ojimiel intentó suavizar todo.

– B, voy a ir. Aunque sólo pueda estar un par de días, quiero estar ahí contigo... ¡Y con mi nueva sobrina! – Las palabras del residente de Los Angeles consiguieron que su hermano riera por primera vez desde que se enteró del accidente.

– Gracias Coop.

Nuevas Responsabilidades (Fic-Blaine-NoKlaine)Where stories live. Discover now