Como una sombra

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NA: Este capítulo lo escribí escuchando "Shadow", de Birdy :) Que lo disfruten.

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So wherever you go, I'm your shadow.

Desert to ice flow, I will follow.

Wherever you go, I'm your shadow.

I'm your shadow.

. . .

Capítulo 2: Como una sombra.

¡Por Merlín, Godric, Salazar y Morgana! ¿Por qué no había vuelto ya? Hacía tres horas que se había ido, y la noche estaba a punto de caer. Mi experiencia me decía que me terminara el té que estaba bebiendo, que era cierto que ésta había sido la rabieta más grande que había cogido hasta el momento, pero que no tardaría en entrar por esa puerta, como siempre hacía, y yo podría mirarla con la mirada más arrogante que tenía, la que me reservaba para esas ocasiones puntuales, antes de que ella se fuera a la cama para dar por zanjado el día. Y mañana estaría todo olvidado. Y mañana no habría pasado nada.

Pero aquella noche el ambiente se sentía extrañamente gélido.
Sentado en la sala de estar, con las piernas estiradas, puestas una sobre la otra, miré de soslayo la entrada del apartamento. ¿Habían golpeado la puerta con los nudillos?

Lo sabía.

Di un gran sorbo al té, tomándomelo con calma. La muy terca se había olvidado las llaves en aquel estúpido arrebato de celos. Debería hacerla sufrir un rato. Debería dejarla fuera hasta que a mí me pareciera. Castigarla, hacerle ver que aquella conducta no me gustaba lo más mínimo.

Agucé el oído, esperando escuchar cómo llamaba de nuevo, arrepentida. Esperé varios segundos, pero nadie tocó la puerta de nuevo.

—Maldita sea —dije, levantándome y dejando de mala gana la taza en la mesa, haciendo que se derramara el líquido verdoso sobre el cristal. Hermione tendría que limpiarlo antes de servirme la cena.

Me dirigí a la puerta sigilosamente. No es que pensara que me había imaginado aquellos leves toques en la puerta, al contrario. Estaba convencido de que, al mirar por la mirilla, me encontraría a una Hermione cabizbaja y reconcomida por la culpa... Era más que obvio que volvería, Merlín sabía la cantidad de veces que lo había terminado haciendo.
Unos pasos antes de llegar, me percaté de que sus llaves, efectivamente, colgaban de la pared de la entrada. Fruncí los labios, cerré el ojo derecho y acerqué el izquierdo a la pequeña mirilla.

Me sorprendí al no encontrarla allí de pie. Tal vez hubiera tardado demasiado y se hubiera sentado, intuyendo correctamente mis intenciones de hacerla esperar fuera. Me incliné un poco para mirar hacia abajo, pero tampoco la vi apoyada sobre la puerta. Quizás a la izquierda. Pero no. Tal vez a la derecha. Tampoco. Maldición, mirando por aquel pequeño agujero las vistas eran muy limitadas.

Cogí sus llaves y abrí la puerta con una brusquedad innecesaria. Di un pequeño paso al frente, asegurándome de tener el ceño bien fruncido para cuando ella me viera. Giré la cabeza de un lado del pasillo al otro. ¿Es que me estaba tomando el pelo?

—O entras ahora o esta noche duermes en el rellano —dije con firmeza, alzando la voz para que me escuchara desde su escondite—. Sabes que lo hago.

Esperé unos pocos segundos, y ante su negativa a salir de donde estuviera, volví a dar un paso atrás y cerré la puerta con extremada fuerza. Aquel portazo bastaría para hacerla cambiar de opinión acerca de jugar conmigo.
Volví a asomarme a la mirilla para verla aparecer. Lo haría, estaba seguro.

Las condiciones de GrangerWhere stories live. Discover now