Renunciar a Astoria

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NA: Si antes no habéis seguido mi recomendación de escuchar las canciones que propongo, ¡muy mal! Pero para este capítulo sí tenéis que hacerlo, es fundamental para poneros en situación, para haceros sentir eso que quiero transmitiros... Así que espero que leáis con la canción "Everglow", de Coldplay, de fondo :) Y por supuesto espero que os guste.

. . .

But when I'm cold, cold... Oh, when I'm cold, cold...
There's a light that you give me when I'm in shadow,
there's a feeling you give me, an everglow.

. . .

Capítulo 4: Renunciar a Astoria.

—¿Puedo pasar? —preguntó al fin, después de unos segundos de silencio.

Miré de reojo la enorme pila de platos sucios amontonados en el fregadero.

—No —respondí rápidamente. Desde que se había ido, hacía casi dos meses, sólo había estado fregando un plato, un vaso, y los cubiertos que necesitara para comer.

Ella se puso de puntillas, mirando por encima de mi hombro hacia la cocina. Luego, puso una mano sobre mi pecho y me hizo a un lado, entrando en el apartamento. Un profundo suspiro de incredulidad se escapó por entre sus labios mientras miraba de un lado a otro de la entrada, que conectaba con la cocina. Parecía completamente afectada por el estado de la casa.

Sin saber muy bien qué decir, me metí la mano en el bolsillo del pantalón y saqué el juego de llaves que siempre llevaba conmigo, el suyo, precisamente porque sabía que, tarde o temprano, llegaría aquel día... El día en el que ella volviera.
Sin mediar palabra, estiré el brazo (todavía dolorido por el golpe que me di al caer sobre el hombro derecho cuando aquel imbécil se tiró encima de mí, en la discoteca) y las sostuve frente a su cara, esperando a que las cogiera.

—No, Draco, no voy a quedarme —dijo cuando se percató de ellas.

—¿Qué quieres decir con que no vas a quedarte? —pregunté, perplejo, cayendo en la cuenta de que no llevaba ningún tipo de equipaje—. ¿Por qué motivo vendrías aquí si no es para eso?

Ella desvió la mirada hacia sus pies, absorta en sus pensamientos... Como si ni ella misma supiera muy bien qué hacía ahí.

—¿Me respondes? —le insté.

Hermione levantó la cabeza y me miró a los ojos. Pude apreciar un atisbo de cansancio y fatiga en su rostro.

—He vuelto porque te conozco —respondió, casi en un susurro—. Y sé que el Draco del que me enamoré sigue ahí —dijo, señalándome el corazón.

—¿Pero de qué diablos hablas? —pregunté con incredulidad, enarcando una ceja.

—Hablo de que el Draco de hace tres años no habría ido por ahí pegando a la gent...

—¡Ese estúpido estaba tirando de ti!

—¡Tú también lo hacías! —gritó, alterándose de repente.

Ambos nos quedamos en silencio un par de segundos. Ella, frotándose las sienes. Yo observándola. Cerró los ojos, cogió un una gran bocanada de aire, y lo expulsó por la boca sonoramente. Cuando volvió a abrir los ojos, yo la miraba resentido.

—Draco, te has pasado los últimos meses siguiéndome por toda la ciudad... Ahora que estoy aquí, ¿querrías escuchar lo que te tengo que decir? —preguntó, haciendo un gran esfuerzo por mantener los nervios a raya.

Las condiciones de GrangerWhere stories live. Discover now