Capitulo 9- Las que rompieron la regla 2

17.1K 637 48
                                    

16/02/18

Enma

Ya habían pasado unos días en los que no habíamos podido encontrarnos con otros jugadores, yo seguía pensando en quiénes y cómo serían los otros 4 jugadores y también había pensado en regresarle su espada a Lucy, cuando terminara el juego, pero apenas ayer medité en que si el juego acababa, borraría mis recuerdos y ya no podría regresarle la espada a Lucy, siendo que desconocería el origen del arma, era obvio que si no le devolvía la espada durante el juego, no podría hacerlo jamás, logre conseguí la dirección de Lucy preguntando en la oficina de mi escuela, con la excusa de que quería entregarle una tarea, pero no sabía cómo iba a presentarme y para no sentirme más nervioso convencí a Marco de que me acompañara con Lucy.

– ¿Por qué vamos a la casa de una chica que ya no tiene nada que ver con nosotros? – Marco hizo el comentario algo curioso pero no en contra del haber venir. – Ya te lo dije, quiero devolverle su espada, además si lo piensas, fue mi culpa que ella perdiera en el juego, tanto Lucy como Leonora perdieron por romper la regla 2, regla que ya no está en el juego – Respondí logrando darle una respuesta satisfactoria a Marco. La regla dos había sido eliminada sin dar una razón, simplemente dejó de aparecer en el reglamento del juego.

– Pero si Lucy se enamoró de ti, no puedo ni imaginar, de qué idiota se pudo enamorar esa Leonora, envidio a ese tonto – Respondió el, lo de Leonora había sido un misterio para nosotros.– No tengo idea, pero no importa, según la dirección que me dieron, es aquí – Dije viendo a la casa, una que era bastante moderna a tal punto de haberme impresionado, porque no esperaba que viviera en semejante domicilio.

Lucy

Había pasado casi una semana y aún no encontraba mi katana de madera, siendo de gran importancia para mí, puse la casa de cabeza tratando de encontrarla, pero no había ni rastro, había invitado a Leonora a mi casa para ayudarme en mi búsqueda, pero ya nos habíamos rendido en encontrar la katana, dimos por hecho que no estaba por ninguna parte.

– Oye Lucy, ¿Por qué no consigues otra katana? ¿Qué tiene esa, de importante? – Leonora cuestiono, siendo que no lo entendía, esa katana era un regalo, que pocas veces usaba, porque la apreciaba bastante, me sentí lo suficientemente triste como para ya no hablar al respecto, pero alguien había tocando la puerta de mi casa y pensé que sería un familiar o algo así, al abrir la puerta no podría estar más equivocada.

– Hola Lucy, ¿Cómo estás? – Pregunto al verme, era Enma, un chico de mi clase de literatura y que era también mi compañero cuando estaba en secundaria.

– ¿Qué quieres? – Era raro que un chico con el que nunca había interactuado, ahora tocara la puerta de mi casa acompañado de un chico al que nunca había visto.

– Mi amigo Marco y yo encontramos algo en la calle y pensamos que sería tuyo – Respondió algo nervioso, no me habia percatado de que Enma, tenía un bulto en su espalda, que parecía una escoba envuelta en una sábana, pero cuando lo estiro hacia mí, reconocí esa funda, que era la de mi katana, el lo había encontrado......o robado, por lo que rápidamente se la arrebaté a Enma de las manos y la desenfundé para ver el estado en el que estaba, cuando la vi me enfurecí bastante, esa sí era mi katana, y su color fino de roble, estaba ahora de un color oscuro como si hubiera sido ligeramente quemada, además, parecía que alguien la había usado para golpear algo o incluso a alguien.

– ¡Ustedes idiotas! ¿¡A quién golpearon con mi katana!? – Cuestione haciendo a notar mi enojo, pero ellos tenían que ser los culpables, tal vez habían robado mi katana para molestar, y al ya no darle utilidad, me la regresan solo para reírse en mi propia cara.

– No es lo que parece... la encontramos tirada, y como escuchamos que tú tenías una de estas, imaginamos que era la tuya – Respondió siendo una mentira, me había dado cuenta por su forma de hablar, el otro chico que acompañaba a Enma, parecía apartar su mirada de mí, pensé que era un chico raro e indiferente, pero cuando me detuve para observarlo mejor, descubrí que el muy desgraciado se estaba riendo de algo.

– ¿Por qué tu amigo se está riendo? – Le pregunté indignada a Enma.

– ¿¡Marco, por qué demonios te estás riendo!? – Enma no se había dado cuenta de la risa que contenía su amigo, hasta que yo se lo señalara.

– Perdón, es que... parece la escena de una pareja de enamorados donde el chico está siendo maltratado por la chica – Respondió el viéndole gracia a la situación, ese comentario me había molestado bastante, por lo que entré a mi casa y rápidamente salí con Leonora jalándola del brazo.

– ¿Qué te pasa Lucy? Estaba viendo a la esponja amarilla – Comento ella con cansancio, ahora el chico iba a pagar por su pésimo comentario.

– Oye Leonora, ese chico que no deja de sonreír odia los cachorros – Dije señalándolo.

– ¿Qué? – Enma, Leonora y el chico que al parecer se llamaba Marco, cuestionaron al unísono.

– Ah, y también odia el café, los chocolates, las familias y cuidar el medio ambiente – Creo que se me había ido la mano con lo último, pues era Leonora la que lo había escuchado, por ello sabía que las cosas iban a salir mal, después de unos segundos de silencio total, Leonora en un estado de calma sonrió y vio hacia mí.

– ¿Cuál?, ¿el chico de pelo negro o el de pelo castaño? – Cuestiono señalando primero a Enma y después a Marco, pero no sabía si responder o no, pero como por instinto tal vez algo me decía que tenía que salvar a Enma de la ira de Leonora, así que hable.

– El segundo – Leonora no dejaba de sonreír mientras tenía los ojos medio cerrados, sin dar un aviso, Leonora arrebató mi katana y se disponía a golpear a Marco, él se había dado cuenta de las malas intenciones y comenzó a correr mientras Leonora lo perseguía con esa escalofriante sonrisa, rápidamente se estaban alejando de mi casa, dejándonos a Enma y a mí en la entrada, el parecía no tomarle mucha importancia a lo que acababa de pasar.

– No te robé la espada, de eso puedes estar segura – Enma me miraba de una manera fija y muy seria. Sabía que pronto me arrepentiría de lo que iba a hacer, así podría saber si Enma decía la verdad o no.

– ¿Oye Enma te gustaría entrar? – Cuestione dudando de mi misma.

– ¿Cómo? – Cuestiono al instante.

JUGUEMOS A SER DIOSES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora