Epílogo (parte 2)

Comincia dall'inizio
                                    

—Yo igual —Le respondo sinceramente.

Román es el único que ha estado realmente para mí en toda mi vida, él único de mi familia quien realmente se preocupa por mi bienestar.

Nos dirigimos a su auto y le empiezo a contar todas mis anécdotas graciosas que he vivido fuera.

No quería empezar por la triste realidad que se me aproximaba. No quería aceptarlo.

—Me gusta tu nuevo corte —Confiesa él.

Me lo corte antes de venirme, tenía el pelo demasiado largo que me enfadó.
Así que decidí cortármelo justo a la altura de mis hombros.

—Gracias —Le sonrió por eso.

En cuanto llegamos a la casa, Román me ayuda con la maleta grande, mientras que yo cargo la chica.

La miro fijamente, no quiero entrar simplemente no puedo.

—¿Estás bien? —Me pregunta mi hermano.

Él no me ha preguntado nada sobre la boda o ha hecho algún comentario sobre esta, pero creo que necesitamos hablarlo.

—Esto no está bien —Le suelto apunto de colapsarme—. No es justo para mí.

Me ve tristemente, me imagino que él también está pensando lo mismo que yo.

—Lo sé —Suelta—. Trabajo en ello.

Me dice y con eso entra a la casa, en cuanto abre la puerta mi madre sale corriendo para abrazarme.

—Yo también te extrañe mamá —Le digo sarcásticamente.

—Ven, entra —Me dice, y nos dirigimos a la sala.

—Mamá... Tenemos que hablar —Trato de decirle de nuevo.

—Conmigo no... Es con tu papá —Me dice sabiendo de lo que quiero hablar con ella.

—Pero... —Y antes de que pueda continuar, aparece mi padre—. Papá...

—Leire Pond, hemos hablado de esto a través de los meses... No hay vuelta atras —Dice con su tono de despreocupación. Él ya sabía de lo que quería a hablar con mamá—. Te casas mañana, no hay nada de qué hablar.

—Claro que si —Respondo furiosa—. ¡Hay mucho de qué hablar! ¿Qué no lo entiendes? ¡No me pienso casar con alguien a quien no amo!

—No aceptaré un no de ti Leire —Dice ahora él furioso—. Mañana te casas, muchas personas aprenden a amar, tarde o temprano lo harás con él.

Me levanto enojada pero con ganas de llorar, y eso provoca que mis lentes se me empañen.

—No papá, no puedo —Mi tono de voz se empieza a romper—. Simplemente no puedo... Y menos con él.

—Leire... Por favor entiende —Sigue insistiendo mi papá—. Mañana te casarás y será lo que harás, no hay marcha atrás. Entiéndelo y fin de la discusión.

Y con eso se marcha a quien sabe a dónde.

Me siento de nuevo en el sillón.
Y empiezo a llorar, junto mis piernas a mi pecho.

La apuesta perfecta [1]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora