Capítulo 42.

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—¿Ya pensaste algo para nuestro súper proyecto? —Me pregunta mientras le da las últimas mordidas a su hamburguesa.

—La verdad es que no —Le digo sinceramente ya que yo solo estaba pensando en mi deliciosa hamburguesa—. Estuve pensando en otras cosas.

Ella se da cuenta de que algo está mal, porque mientras decía la segunda oración fruncí mi ceño.

—¿Estas... Bien? —Me pregunta algo nerviosa.

No solamente estaba pensando en la hamburguesa, sino que también en lo que sucedió esta mañana.

—No, la verdad es que no —Supongo que si deseo ganarme toda su confianza, debo de darle la mía.

Así que empezaremos por aquí.

—¿Hay algo en lo que pueda ayudar? —Lo más curioso, es que sus palabras suenan realmente sinceras.

Termina su hamburguesa.

—No lo creo...

Le pido a la mesera que nos de la cuenta, ella asiente y al instante la trae; y pago, y sin más salimos del lugar.

Empezamos a caminar al parque.

—¿Seguro que no hay nada en lo que te pueda ayudar? —Vuelve a insistir ella, algo preocupada.

—¿Me puedes abrazar? —Suena muy cursi para un chico y lo se, pero el problema es que realmente necesito un abrazo.

Y por alguna extraña razón, quería volver a tocarla. No de una mala forma. Simplemente sentir que su contacto estuviera cerca de mi. Como si eso realmente fuera a ayudar. Por alguna extraña razón simplemente quería sentir su roce en mi.

Ella no dice nada, pero si se acerca a mi y me abraza.
No se el porque dependo a veces de un abrazo cuando estoy algo triste y molesto a la vez, mi madre es la primera en darse cuenta de esto, pero ella no está aquí, solamente Leire.

Pero era justo a Leire a quien yo quería abrazar.

—Me puedes decir que esta pasando, a veces es mejor dejarlo salir. Recuerda que somos... Amigos —Reí por eso...

Por fin éramos "Amigos", luego recordé que los amigos no se supone que se deben de besar y menos en el estado de ebriedad. Pero supongo que por el momento ya era algo.

—¿Somos amigos? —Le cuestionó con tono de broma.

Se separa de mi, pero deja un mano en mi brazo izquierdo, mientras la sube y baja con delicadeza.

—Eso creo, y no hagas que me arrepienta de haber dicho esto —Ella entrecierra sus ojos.

La brazo más fuerte, y sumerjo mi cabeza en su cuello, me tengo que agachar un poco más ya que ella no es muy alta que digamos. Yo tampoco lo soy, pero le gano por unos diez centímetros más.

—No lo haré, créeme —Le susurró.

Y así nos quedamos unos cuantos segundos, ambos con respiraciones muy lentas, me separo de ella, y la observo.

Le quitó su gorra, y veo cómo su cabello empieza a caer, no entiendo porque trata de ocultar su belleza... Es una chica muy hermosa.
Y le apartó un mechón que está colgando, se lo coloco tras las oreja.

Después empezamos a caminar un poco, la agarro de los hombros y así caminamos.

Llegamos a una banca del parque más cercano y nos sentamos.

La apuesta perfecta [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora