Capítulo 27

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En cuanto baja Leire su mano, da la vuelta y empieza a caminar unos cuantos pasos. Pero se detiene en cuanto Antonio vuelve a hablar.
Muerdo mis dientes hasta sentirlos rechinar.
¿Por qué me siento tan enojado por verlo?

—Te hice un jodido favor, nadie, escúchame bien, nadie en su sano juicio se hubiera interesado por ti —Hace una pausa, provoca que vuelva a poner mi puño—. Nadie te hubiera soportado, te hice un favor por un tiempo, eres aburrida, una agua fiestas, una rara, nadie te hubiera hecho caso, así que no te enojes conmigo, porque te hice un maldito favor.

Leire se voltea, veo como levanta su mano de nuevo, le va a dar otra cachetada. Pero eso no es lo que realmente le llega a la cara de su ex, no es la cachetada de Leire, es mi puño el que le golpea en la cara y provoca que se tire al suelo.

—Escúcheme bien bastardo animal —Lo tomó por el cuello de su playera realmente enojado—, ni se te ocurra volverle a dirigir con ese tono la palabra, si no te juro que te rompo tu jodido hocico —Le advierto realmente enojado.

—¿Quién te crees tu para decirme lo que pueda o no hacer? —Aunque lo veo sangrar un poco en la boca no me importa.

—Alguien que se preocupa por ella de verdad, y no voy a dejar que un tipo como tu le hable de ese modo.

Frunce su ceño. Después se dirige a Leire.

—Recuerda yo te hice un favor, nadie mas lo hubiera hecho, yo, escúchame bien, yo te hice sentir mujer.

Estoy harto de seguir escuchándolo, le vuelvo a dar otro puñetazo.

Me separo de él, demonios, hace mucho que no me dedicaba a repartir algún golpe, después me dirijo a Leire.
La tomo de los hombros y la dirijo al otro extremo de la fiesta. Si nos vamos se va a sentir muy ansiosa, lo he visto con otras chicas. Necesita sacarlo, y no se si sea una buena idea... Pero vale la pena intentarlo.

—¿Quieres ir por algo de tomar? —Le pregunto un poco preocupado, ya que quiero que se despeje de todo este asunto.

Ella abre su boca, pero creo que sigue realmente impresiona por haber visto de nuevo a su ex... Después de mucho, pero lo que veo en ella es que empieza a asentir con la cabeza y debo de aceptar que eso me sorprende un poco.

La tomo de la mano y tratamos de alejarnos más del lugar lo más rápido posible.

No comprendía como su ex podía hablarle a así, que idiota.

Pedí otros dos vasos.
Me los entregaron y Leire se los tomo como si fuera agua.

—Quiero bailar —Hago una mueca, por la forma en como se tomo el vaso, se que no es una buena idea bailar, el alcohol no hará buen efecto en su organismo.

Pero si está es su forma de liberarse, no voy a negarle nada.

Aunque es demasiado tarde para decir algo, ya que me toma de la mano y regresamos a la pista de baile.
Se empieza a mover, cadera, cabeza, brazos. Y de nuevo no puedo parar de dejar de verla... No puedo, simplemente no puede pasarme esto a mi.
Yo no defiendo a las chicas, a las únicas mujeres que podría llegar a defender es a mi mamá, a Alison y a Kate y... Pero jamás a otra chica, y hoy lo hice.
No puede suceder, debe de haber un error. Pero no puedo dejar de pensar en ella, no puedo dejar de mirarla y aunque jamás lo había experimentado lo había visto en películas (Porque si, yo veía demasiadas), esa sensación no la había comprendido porque no me quería aceptarla o más bien porque no la había sentido antes.
Sabía que me estaba pasando, me estaba empezando a interesar por ella, y era más allá que una amistad o llevarla a la cama. Me agradaba y gustaba realmente.
La observe una y otra vez, y cada vez que lo volvía a hacer mi corazón latía tratando de decirme que si estaba en lo correcto, pero eso no podía pasar, jamás en al vida me había sentido así por alguien.
¿Por que tenía que ser así por ella, la chica de la apuesta?

Me grita, y ahí es cuando salgo de mis pensamientos sobre ella.

—Él tiene razón, estoy harta de ser la típica agua fiestas —Se acerca un poco más a mi, ya que cree que no la he escuchado lo suficiente—. Creo que ya es tiempo de que me divierta un poco.

—No hagas algo que no quieras —Le reclamo.

Es cierto que me parece un poco divertido esta situación, pero al igual que es cierto, si lo empieza a hacer porque él lo dijo no sería ella.

—Pero es cierto, no soy mas que la rara y aburrida Leire, no me gusta serlo —Hace una pausa—. Nunca me ha gustado serlo.

—A mi me gustas así —Y aunque sea algo ilógico, es cierto, es lo que me ha gustado de ella ahora que me doy cuenta.

Ella ya no responde, solo se dedica a bailar.
No es como las otras chicas, eso lo supe desde el primer momento que crucé palabra con ella, en ese momento me enojó que no lo fuera, pero ahora... Me doy cuenta que no me enoja, que me gusta que así sea.

—Voy por algo de tomar —Me informa.

—Cariño —Trato de detenerla—, no creo que sea una gran idea que sigas tomando, mejor busca algo de agua; te hará bien.

—No va a pasar nada. ¿Qué sería lo peor? ¿Que me tire a alguien? —Abro mucho los ojos ante su comentario—. Era solo una broma Valerio, tranquilo, no va a pasar nada y tengo mucha sed.

Asiento porque se que ella es terca y lo terminará haciendo. Se que esto no va a terminar bien, la verdad. ¿Pero quien soy yo para decirle algo? Nada mas que un amigo, y la verdad es que ni siquiera sabia bien si éramos amigos.

Pero tal vez ya lo éramos. Por eso en cierto modo aceptó salir conmigo, se pudo haber encerrado toda la noche en su cuarto y yo me hubiera hartado de eso, y hubiera venido solo y pasado el rato con Eduardo. Pero siento que le agrado tan si quiera un poco.

Ella regresa con su bebida. En cuanto toma un sorbo de ella hace una pequeña mueca. Algo que me decía que estaba cargada de alcohol.

—No pongas esa cara, papá —Ella rueda sus ojos.

Hace en un gesto de burla. No me había dado cuenta que estaba frunciendo el ceño, al parecer todas mis reacciones faciales hacían lo que querían últimamente sin darme cuenta.

—Esta bien, me rindo, has lo que quieras —Suspiro cansado.

Si, me rindo, no soy nadie al fin de cuentas.

—Eso me parece bien —Arruga un poco su nariz —. Tengo que ir al baño.

Me río un poco, su gesto fue raro y gracioso.
¿Por qué no puede estar tranquila?

—Esta bien... —Supongo que lo está.

—Ya regreso.

Yo asiento.

La veo escabullirse entre toda la multitud.

Sonrío un poco de lado.

Entonces siento que algo nubla mi vista, siento una manos en mis ojos, también siento un cosquilleo cuando la persona habla.

—Quiero jugar contigo.

Maldije por lo bajo, ¿Por qué demonios me encontraba a Dafne en todos lados?
¿Por qué era tan difícil librase de ella?
¿Y por qué tenía una jodida obsesión conmigo?

¿Dónde demonios estaba Eduardo para llevársela?

La apuesta perfecta [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora