Capítulo 6

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Al día siguiente Gabriel preparó a Albo para dirigirse a su trabajo. Cerró la puerta de su hogar y se montó al yeguarizo, comenzó con un trote suave y siguió el mismo recorrido de siempre.
Era un día diferente, el sol alumbraba más de lo normal, y las nubes hacían algo de sombra en el camino rocoso, visualizo cerca a muchas personas reunidas y se dio cuenta que era día de mercado, disminuyo más el trote del caballo y vio a Norman a unos pocos metros, su Norman estaba tomando unos tomates, sabía qué hacían falta; pues esta semana los tomates no se habían cosechado adecuadamente en la hacienda.
Asu izquierda vio un puesto donde vendían variedades de flores, las miro por unos segundos y luego dirigió su mirada hacia Norman, este seguía mirando alguno vegetales más, volvió su mirada hacia las flores y bajo del caballo, lo tomo de las riendas y apretándolas un poco jaló del caballo en dirección al puesto de flores, miro por todos lados visualizando todos los colores que emendaban, desde violeta hasta beige, los colores más inusuales en unas flores de la ciudad, pues estas eran recién cortadas. No sabía cuál elegir, estaba indeciso y quería que le agradan a Norman, pues estas eran para él, pidió las flores más alegres que vio, las que más se parecían a la actitud de Norman, unas orquídeas color lilas: casi llegando al color blanco. Simplemente la eligió porque era una flor indecisa, una flor con dos colores muy bellos formando una hermosa combinación entre estas, simplemente era sublime con demasiados significados.
Pago al sujeto de ropa vieja, pues todos en el pueblo se mantenían de lo que ganaban, no ganaban demasiado.

Volvió su mirada hacia enfrente y visualizo a Norman, le encargo el caballo al viejo que le vendió las flores.
Y con las flores en su espalda se dirigió a paso lento a Norman, cada paso que daba le recordaban esos labios bellos, esos labios que desde que lo conoció ha deseado.

Se posiciono detrás de él y levantó sus brazos temblorosos, y finalmente lo abrazo; múltiples sentimientos se presenciaron y su estómago dio vueltas. Ambas manos sostuvieron las flores sobre el pecho de Norman, el chico de cabello azabache abrió los ojos asustado, pues no era costumbre que recibiera un detalle todos los días. El chico estaba a punto gritar hasta que Gabriel le susurro en sui oído:

―¿Cómo amaneciste?

―Gabriel, me asustaste. ―musito Norman y, en cuanto Gabriel lo soltó para que se diera vuelta, sonrió al ver su cara. Ahora ambos estaban felices con una sonrisa en su rostro.

―Perdón, sólo pasaba por aquí y te he visto. ―contesto sin importancia.

―¿Son para mí? ―se refirió a las flores.

<< Por supuesto >>, trato de decir. Pero era imposible... no era correcto.

―Son para tu tía. ―respondió y bajo la cabeza, no era tan valiente para aceptarlo.

―Hum... a mi tía le gustan los tulipanes, a mí me gustan las orquídeas. ―sonrió embobado mirando las flores. Entonces Gabriel levanto la cabeza y vio aquella sonrisa en el rostro de Norman, con sus típicos hoyuelos que lo hacían enloquecer.

―Bueno, entonces son para ti. ―le tendió el ramo de orquídeas y Norman lo tomo sonriente, con sus hoyuelos.

―Gr... gracias. ―lo tomo y abrazo a Gabriel.

―De nada conejito. ―rápidamente se tapó la boca, ese sobre nombre estaba prohibido, sonaba como un apodo de pareja, y no era su pareja.

―Me empieza a agradar Gabriel, creo que los conejitos serán mi animal favorito. ―sonrió.

―Bueno, para mí siempre lo han sido, por eso te he llamado conejito.

―Iré a pagar las compras para irnos, ¿sí? ―se retiró olfateando las flores; se retiró feliz. Como siempre quería verlo Gabriel.

Mi Vaquero Ideal  [Gay] *correcciones gramaticales/ortográficas*Where stories live. Discover now