-Matías, no tengo nada adentro, estoy consumido y por mucho que los malditos terapeutas dicen que está en mí el perdonarme, el comprender que no estaba en mis manos... No puedo olvidar que dormí por más de diez putos años con la asesina de mis padres... ¿Quién carajos podría? Ella es un monstruo, pero yo no soy muy diferente, la metí en nuestras vidas, me cegué -Su amigo negó pasándose una mano por la cabellera.

-Ya hace dos años de aquello. Debes dejarlo ir... Estás vivo, tienes mucho por delante, Cristóbal, no sigas flagelándote de esa manera cruel, no conseguirás nada.

-No pretendo obtener nada, no lo merezco. Lo siento, Matías, pero hablar de este asunto no me agrada, jamás me perdonaré lo que hice y lo que no hice. Todo es como debe ser.

-Sé que la vida te encontrará aunque te escondas como lo haces, de vivir nadie se escapa -su amigo rio bebiendo lo que quedaba de su tequila.

-Dudo que me ocurra como a ti...

-Andrea me salvó, había perdido las esperanzas en todo y todos, estaba enterrado aquí y mira, llegó sin que yo lo pudiese evitar. Así que huye, entiérrate en ese maldito conglomerado, pero te garantizo que no te escaparás de lo que sea que deba sucederte...

-Espero no sean más abominaciones -bromeó con ironía.

-Búrlate, pero sé lo que te digo... No podrás evitarlo -Cristóbal se levantó suspirando fuertemente al tiempo que su amigo lo hacía también.

-Tú vive todo esto, se lo merecen y a mí déjame con mis demonios, que los gané a pulso... -chocaron las manos para luego darse un fuerte abrazo.

-Eres tan terco -musitó.

-¿Ya te vas? -Andrea apareció adormilada. Matías sonrió al verla, era como si el mundo se iluminase en ese instante. Admiraba lo que ambos tenían, y le daba paz verla así, feliz, completa, segura. Lo abrazó con fuerza.

-Sí, Pulga, debo estar mañana en el D.F. -Ella negó contra su pecho de forma caprichosa.

-No es justo, solo estuviste unas horas -Matías la miraba con ternura. Siempre se ponía así cuando su hermano tenía que irse.

-Vendré pronto, un fin de semana. ¿Te parece? -asintió sin remedio. Cristóbal tomó su rostro y besó su frente-. Tu cuida a mi sobrino y a este "vaquero" -Andrea sonrió ante la esa burla que solía emplear con su marido.

-Y tú cuídate también, te quiero, Cristo, ya no pudimos hablar de nada... -lo miraba de forma intensa. Sonrió sacudiendo la cabeza.

-Ahora eres mamá y eso absorbe, así que tranquila, te aseguro que ya lo haremos, además sabes que verte feliz me hace feliz -La joven negó con tristeza.

-Pues lo mismo te digo, quiero verte bien, quiero que avances, quiero que rehagas tu vida. Te necesito, hermano, necesito que dejes todo aquello atrás... -Cristóbal inhaló fuertemente acariciado su dulce rostro, poco hablaban de eso, pero tal parecía que ese día, ese par, se habían coludido en su contra.

-Yo estoy bien, Pulga, mientras tú y tu familia lo estén -Ella sacudió la cabeza en desacuerdo.

-Sabes a lo que me refiero... -lo regañó entornando sus los ojos, mientras Matías los enarcaba una ceja haciéndole ver que estaba de acuerdo. Cristóbal la abrazó y besó su melena.

-Ya veremos, tú cuida a mi sobrino, y sé feliz... Yo me ocuparé de mis cosas -Andrea lo aferró con mayor fuerza.

-Esa pesadilla no terminará hasta que te vea viviendo de nuevo... Te amo, hermano -y se alejó buscando refugio en los brazos de su marido. Él sonrió asintiendo, con el pecho aún más pesado, pero de alguna manera más tranquilo. Verla bien, le hacía bien.

Atormentado Deseo  © ¡A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora