ONCE

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Madelaine

Cuento los días que me encuentro en el lugar por las veces que Garrett aparece en la noche para drogarme, y estas han sido cinco, no aguanto más aquello, mis brazos están llenos de moretones por lo que sea que me está inyectando y lo único bueno de aquello es que no me doy cuenta de cuando me quedo dormida por la noche. Me siento demasiado débil y mi cuerpo entero duele, el piso no es el lugar más cómodo para estar y más cuando estas amarrada. Veo a Dragóne por pocos minutos diariamente, cuando me trae comida una vez al día, no hablamos, solo deja la comida chatarra, cambia alguna de sus armas y se marcha, ni siquiera espera a que termine para llevarse el plato. Al parecer aun nadie ha aparecido en busca de mí, y después de lo que él me obligo a decirle a papá no creo que lo haga, porque papá sabe mis impulsos de desaparecer, no le sorprendería.

Suspiro y miro a mi regazo pensando en lo estúpida que he sido, y lágrimas comienzan a salir de nuevo, he llorado durante estos cinco días más de lo que he hecho en mi vida entera. Y de verdad, agradezco no tener claustrofobia, porque, aunque el espacio sea de tamaño mediano, me encuentro bajo suelo y aquello definitivamente haría que sufriera de ataques, o tal vez no lo entendiera por toda la droga en mi organismo.

A veces suelo escuchar a Dragóne llegar, pero cuando lo hace no suele estar solo, siempre se escuchan gritos de chicas u hombres, pero el resto del día es total silencio y luego quedo sin conocimiento, amaneciendo con un terrible dolor de cabeza.

Y si logro salir de esto, necesitare más de mil sesiones de terapia, porque ver a ese hombre inocente lleno de sangre frente a mí, fue lo peor que pude haber presenciado. La culpa me persigue, todo ha sido por mi idiotez y mis gritos. Creo que hubiese sido mejor si me hubiesen desaparecido de una vez, no puedo aguantar más el sufrimiento.

La puerta se abre y escucho pasos, la madera de las escaleras cruje y aquello hace que mi respiración se agite, porque nadie aparece en las horas de la mañana. Con mis ojos temerosos levanto mi mirada encontrándome con Garrett, e instintivamente comienzo a negar con mi cabeza, no quiero más inyecciones. El aprieta los labios y se acerca a mi posándose de cuclillas y observándome en silencio hasta que suelta una respiración.

―Luces terrible, bomboncito.

Su tono es burlón, lo cual ni siquiera me sorprende. Tienen un humor único el cual sinceramente no puedo entender y sé que luzco terrible, no sé cómo esperaba que luciera. No es una película donde las mujeres secuestradas salen como si acabasen de salir de la peluquería, pero sucias. Suelo siempre estar en peso correcto, trabaje muy duro por aquello a mis veinte, yendo al gimnasio a diario y contratando un nutricionista, pero ahora parece que he perdido al menos cuatro kilos y lo noto debido a que siento mis costillas, si sigo aquí definitivamente desapareceré.

Cuando la mano de Garrett va a acercarse a mi rostro, doy un respingo lo cual lo hace sonreír, sabe que le tengo miedo, aunque no como le tengo a Dragóne, creo que no hay ningún otro hombre que intimide más que él. Suspira y sin prestarme atención me quita la cinta, aunque no me duele tanto esta vez, me he acostumbrado.

―Vamos a darte una ducha, apestas. ―dice tranquilo y de nuevo comienzo a negar con la cabeza, no permitiré aquello. No permitiré que ese hombre se atreva a tocarme o a verme desnuda. ―Esperare afuera del baño.

Lo entiende y yo me quedo en silencio. Comienza a desatarme y luego de unos minutos cuando termina su labor miro a mis muñecas notando las terribles cicatrices que me quedaran de por vida y cuando debería correr o golpearle para escapar me doy cuenta que ni siquiera me puedo levantar. Garrett me toma y yo ni me resisto a aquello, estoy demasiado débil como para mantenerme.

DRAGÓNE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora