Dos segundos.

Y creo que el también se da cuenta ya que en lugar de tratar de aterrizar, decide continuar volando, hasta que aterriza de pecho con los brazos estirados.

Un segundo.

El estadio del instituto se queda más que callado. Nadie sabía que había pasado.

Y sin más el pitido que se escucha para terminar un partido ha sido esparcido por todo el lugar.

Nadie sabe bien lo que acaba de ocurrir exactamente.

Simplemente podemos ver en el marcador suman los puntos del touchdown que acaba de ser, al parecer alcanzo a cruzar el balón con sus manos estiradas.

Y entonces todo el estadio entra en alboroto total. Primero por la felicidad de que el instituto haya ganado, y segundo porque el punto estuvo genial nadie podía creer esta jugada.

Sin más empiezan a gritar "Alces, alces, alces".

Y el campo empieza a ser todo un caos.

Nuestro equipo había ganado.

Y el último touchdown se lo había llevado Eliot.

No pude evitar gritar de la emoción. Empiezo a bajar las gradas a prisa, pero todo el mundo empezaba a empujarse por lo que me fue difícil tratar de de bajar.

Cuando lo consigo. Las canchas eran todo un caos, podía ver a simple vista a unos jugadores del equipo. Hasta llegue a ver a mi hermano entre la multitud.
Pero no podía encontrar a Eliot.
Empiezo a empujar a unas cuantas personas para abrirme paso, hasta tratar de buscarlo donde lo vi la última vez, en aquella línea que definía si se ganaba el partido o no, tirado de boca abajo con un balón.

Pero lo único que había era el balón, no había rastros de él.
Volteo a todas las direcciones, al parecer muchos también estaban preguntando por Eliot, nadie lo veía por ningún lado.

¿Donde estaba?

Sigo caminando de regreso donde estaba la multitud pero no lo vi.

Entonces en el altavoz del estadio empezó a sonar una canción.

Creo que no tenía nada que ver la canción con la euforia del momento. No tenía nada que ver, no quedaba con el momento.

"The one", la reconozco al instante, y más porque últimamente Eliot se la pasaba tocando aquella canción con la guitarra.

Frunzo el ceño, no seria tanta coincidencia.

Antes de que pueda continuar con mis múltiples preguntas y dudas, escucho fuegos artificiales a mis espaldas, todo mundo empieza a gritar de la emoción, pero no me interesa, quería ver dónde estaba Eliot.

No podía encontrarlo, y entre tanta gente no podía ver bien.

Mientras camino y escucho los fuegos artificiales, me topo con caras conocidas que se me quedaban viendo con grandes sonrisas.

¿Que demonios?

Hasta que veo a Román.

Y este sale corriendo a mi.

Mientras que su brazo señalaba a donde me imagino que se encuentran los fuegos artificiales.

Todavía seguía sonando la canción, y sin más decido voltearme.

Lo primero que veo es la gama de colores que se encontraban esparcidas por el cielo, eran geniales. Después mi visita fue bajando hasta el lugar donde todo mundo dirigía su vista, si es que no estaban viendo los fuegos, estaban viendo hacia donde empecé a ver.
La gran pantalla donde minutos antes se podía ver el score de los equipos, se había esfumado y los numero habían sido remplazados por letras.

Letras que me costaron mucho descifrarlas y no es porque no supiera leer, ja eso si que sería una buena broma, no letras que me costaron descifrar la oración ya que cuando leí la primera palabra me puse a temblar.

Los fuegos artificiales y la canción ya estaban llegando a su final. Y antes de que pudiera escuchar mi propia respiración, porque tuve que abrir mi boca para poder respirar a la fuerza, me había quedado sin aire.
Escucho aquella oración siendo pronunciada por una voz masculina a mis espaldas, estoy tan congelada que ni si quiera puedo voltear. Todo mi cuerpo esta temblando.

—Leire Pond, chica pelirroja... —Su voz se escuchaba segura—. ¿Quieres ser mi novia hoy y siempre?

Las últimas palabras parecían más que cursis y me sorprendió que él pudiera pronunciarlas, no le importó que la multitud estuviera viendo esas mismas palabras en la pantalla o lo que dijeran los demás, simplemente le importaba lo que yo fuera a decir.

Así que me armo de valor y me volteo sobre mis talones.

Y sin más ahí se encontraba arrodillado con un gran ramo de rosas rojas. Mientras me observaba con aquellos ojos de súplica, con aquellos ojos que me decían "No me rechaces" , seguía usando su uniforme.

Todo el mundo se encontraba observándonos, de nuevo habíamos creado otro espectáculo, pero no me importaba en lo más mínimo.

Ya nada me importaba, a veces no era buena hablando cuando me encontraba nerviosa o mucho menos sorprendía.

Así que hago lo primero que a mi mente se le ocurrió, camino los únicos pasos que nos separaban lo tomo del cuello de su uniforme y trato de acercarlo a mi, en se levantó con facilidad y mis labios fueron a parar a los suyos.

Fue un beso corto y suave, no quería que nadie se diera cuenta de los besos que nos solíamos dar, y menos ahora mismo.

Me separo un poco y le susurro las palabras que sabía que él quería escuchar.

—Si —Le sonrío—. Si quiero ser tu novia.

Sin más me abraza y me carga dándome vueltas, empiezo a reír y todo el mundo empieza a aplaudir.

Sin duda un día muy emocionante para todos.

Y sin más lo vuelvo a escuchar, dice otras palabras por parte de él, claro solamente yo las puedo escuchar.

—No te dejare ir jamás, ya que eres lo mejor que me pudo haber pasado —Lo abrazo más fuerte mientras que una lágrima me salía—. Te amo.

Yo también le regresé el "Te amo".

Y no necesitaba más. Eliot era suficiente.

Realmente deseaba que todo fuera así.

La apuesta perfecta [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora