2. "Lo mantuve en secreto"

3.1K 227 123
                                    

[A partir de ahora la historia se narra en primera persona]

Me desperté en una habitación ajena a la mía. Imágenes de lo que había pasado me llegaron a la cabeza como una ráfaga de viento.

— ¿Pero cómo voy a decirle? — La voz amortiguada de mi madre sonó por el otro lado de la puerta, haciendo que diera un respingo y me pusiera alerta.

— Creo que es tiempo de que le digas — La voz dulce de otra mujer le respondió a mi madre.

— Será mejor que entres a verla — ¿Alex?

La puerta se abrió. Mi madre la cerró después de entrar y caminó hacia mí. No parecía sorprendida de encontrarme despierta. Aunque bueno... A mi madre nunca le sorprendía nada; siempre sabía cuando escuchaba sus conversaciones a escondidas, cuando me encontraba escondida en mi armario buscando privacidad...

— Lexi...

— ¿Mamá? — La interrumpí — ¿Dónde estamos?

Mi madre pareció titubear cuando miró la puerta de reojo.

— Me parece que ya conoces a los Lawrence — Susurró por lo bajo.

— ¿Estamos con los Lawrence? — Mi madre asintió, con su labio inferior entre sus dientes. Daba la impresión de que mordía demasiado fuerte, pues sus ojos amenazaban con llenarse de lágrimas — ¿Por qué?

— ¡Gina! — Gritó mi madre, aun sin despegar su mirada de la mía. Por la puerta entró una mujer de cabellos brillantes y piel resplandeciente que parecía tener menos de treinta años. De paso seguían Alex, Chad, Duncan y un hombre que tomaba la mano de quien supuse era la tal Gina — Hay algo que tengo que decirte, y que he estado manteniendo en secreto durante mucho tiempo. Necesito que creas cada cosa que te diga porque es algo muy difícil de consumir.

— N...no entiendo — Tartamudeé, mirando a cada uno en la habitación — ¿qué es tan difícil de consumir?

— El lobo al que le pegaste con el coche — Dijo mi madre de repente.

— ¿Qué con eso? — Fruncí el ceño.

— No era un lobo.

— Oh, Lillith... — Dije sin evitar reír.

— Alexis, esto no es ninguna broma — Mi madre seguía seria — Acabas de atropellar a tu padre.

— ¡Pero yo vi a un lobo! — Estallé en furia, sentándome de rodillas sobre la cama.

— ¡Tu padre era el lobo! — Estalló ella también.

— ¡Porquerías!

— ¡Siéntate y escúchame! — No fue hasta ese momento que me di cuenta de que estaba de pié. Hice lo que mi madre me ordenó y dejé que hablara — Hay mucho que tú no sabes de mi y de tu padre. Comenzaré por decir que no somos humanos.

— ¡Pura mierda, Lillith! — Le grité. Pude divisar a los Lawrence, quienes desviaban la mirada al escuchar la palabra que había salido de mi boca.

— Voy a pretender que no dijiste eso. Bueno, continuo; tu padre era un licántropo y yo soy un vampiro, aunque el termino correcto sería vampiresa — Soltó de repente.

— ¿Mamá, estás drogada? — Dije tocando su frente. En verdad comenzaba a creer que así era.

— ¡Siéntate! — Gritó, haciendo que me sentara de inmediato.

— ¿Cómo quieres que crea eso? — Murmuré.

— Luego tuvimos una hija — Alzó las cejas — Esa hija eres tú.

— Ja.

— El resultado fue una híbrida — No pude evitar hacer una cara de horror ante la acusación de mi madre.

— ¡Mamá!

— Escucha — Dijo sonriendo de una manera que me provocó calosfríos; sin embargo, hice caso a lo que me ordenaba — ¿Recuerdas esas noches cuando tu padre tenía esos ataques de ira? — Mamá tenía razón. Era demasiada información. Información que una parte de mí aún se negaba a creer.

— Me escondías en el armario... — Murmuré, recordando esos días en los que por ninguna razón mi mamá me escondía, poniendo cadenas y cerrojos. La violencia que se oía fuera de mi habitación era brutal, con los gritos de mi madre y sonidos de cadenas rompiéndose.

— Noches de luna llena — Gina explicó. Tenía una voz dulce y tranquilizadora.

— Licántropos — Dijo mi madre — Cuando tenías diez dejé de dejarte entrar esos días. Por eso conociste a George, quien vivía unas cuantas calles abajo — Las noches en las que me quedaba a dormir en casa de los Fray me llegaron a la cabeza como recuerdos disfrazados — Conocí a los Lawrence después de que cumpliste doce. Ellos también son como yo.

¿Vampiros los Lawrence? Si esto es cierto, esto explica todo.

— ¿Por qué no sabía nada de esto?

— Lo mantuve en secreto — Solo faltó que mi propia madre pronunciara esas palabras para que mi mandíbula rechinara y mis ganas de hablar con ella se esfumaran por completo.

— No quiero hablar contigo — Dije después de un largo silencio incomodo.

— Bien — Mi madre salió de la habitación. El silencio volvió a llenar el ambiente. Yo con esfuerzos podía respirar después de que toda esa información se introdujera en mi cerebro como algún método de tortura psicológica.

Los Lawrence me miraban desde la esquina, ni siquiera se movían, solo se quedaban ahí, como si fueran algún tipo de familia modelo para marcos de retratos. Me disgustaban. Dejaban un extraño sabor agrio en mi boca que no lograba descifrar. Por primera vez me detuve a observar la habitación en la que me encontraba. La cama era azul y al lado de ella había una ventana que apenas dejaba entrar la luz por las cortinas tan obscuras. Había un escritorio bastante normal y varios artefactos que parecían un tanto antiguos. Había un armario implantado en la pared y a unos cuantos pasos había un estante con juguetes...

Después de un largo momento incómodo en el que me cansé de los malditos Lawrence con la mirada fija en mí caminé hacia la salida de la habitación y azoté la puerta para subir un angosto pasillo con escaleras. Recorrí otro pasillo y baje las escaleras dirigiéndome hacia lo que parecía ser la salida de la casa. Cuando salí, pude ver el cielo teñido de negro y la apestosa luna llena brillando sobre mi cabeza.

Mi respiración comenzó a tornarse más pesada. ¿Mi padre? ¿Un lobo? Mi respiración se volvió más acelerada mientras me daba cuenta de que mi madre jamás me mentiría.

De pronto la calma me inundó de una manera drástica recordándome que todo estaría bien, y que tal vez debía entrar a la casa antes de que me congelara por completo. Pero al darme vuelta divisé una figura humana parada en el techo de la casa de los Lawrence. Después de forzar la vista pude ver que se trataba de Duncan mirándome de manera tan fija que sentía su mirada penetrar hasta el fondo me mi ser... si eso tenía sentido. Volví a sentir esa energía que me recorrió aquella mañana cuando me arrastraba hacia el campo de fútbol. Me obligué a sostener su mirada, y después de un tiempo Duncan desvió su mirada y bajó del techo como si fuera una araña ninja o algo por el estilo.

¿En qué me he metido?

ko0C4�S��^�

DuncanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora