☾» Capítulo 1

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Despierto antes de que suene el irritante despertador gracias a los rayos de sol que se cuelan en la cortina. Sé que no tiene culpa pero algún día lo romperé. Con pereza me incorporo en la cama bostezando mientras estiro mi cuerpo, hasta jadear de la satisfacción. Admito que odio levantarme a fuerzas, ¿Quién no ama dormir? Ojalá los semestres faltantes pasaran como agua.

La puerta se abre provocando que de un pequeño brinco, y que incluso que pequeña parte de mi adurmecimiento despierte.

-¡Cristine, necesitarás alguna especie de milagro! -levanta una ceja mientras lo dice. La veo a medio vestir, y una toalla en el cabello.

-¿Por? -pregunto con la voz ronca.

-Faltan treinta y ocho minutos para ir a la Universidad -abro mis ojos como plato, abandonando la cama a velocidad para correr al baño-. Creo que ese despertador ya no funciona como antes, bueno, después de que lo hayas aventado muchas veces -la escucho detrás de la puerta en lo que me despojo de la pijama.

-Lo quemaré al regresar o comprar uno nuevo, no tengo la culpa de que los hayan inventado, son una maldición -ríe-, Más bien; que tengamos que levantarnos antes de que el gallo cante.

-Aqui no hay gallos...

-Pero me entendiste, solo es metafórico -quito la liga de mi trenza y la deshago. Paso mis dedos por mi cabello alborotado y abro la regadera.

-De acuerdo, te veo en el comedor.

-Claro -entro con rapidez hacia la ducha.

Isabella, la única que puedo llamarle mejor amiga, lo somos desde que tengo memoria, es una chica en verdad loca y con la que comparto el departamento, ella estudia pedagogía mientras que yo medicina. No me imagino a alguien más para compartir una amistad y techo como ella.

No tomo tiempo en cuanto me haya duchado, veo el reloj que está en una pared cerca del baño, faltan veinte minutos. Camino rápido con cuidado en no resbalar. Saco del armario unos vaqueros, junto con una camisa roja de mangas largas sencilla.

Paso el cepillo por mi cabello después de aplicar crema. El rojo de la camisa hace resaltar mi cabellera pelirroja, no me había visto de esta forma. Creo que por tantas prisas no me doy un vistazo en si me veo bien. Tomo la pequeña mochila para ahora correr por el pasillo hasta al final de las escaleras.

-Hasta que no te mates -sonrío en dirección a la nevera. Saco un vaso de vidrio que contiene agua, cojo el vaso y una gelatina-. Al menos come una pieza de pan -niego mientras bebo el agua, apunto el reloj frente nuestro.

-Es tarde -termino de beberlo y abro la gelatina.

-Oh Dios, olvidé algo -vuelo los ojos negando.

-Te espero en tu auto -dirijo mi paso hacia la puerta del departamento.

Lazos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora