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Y de repente, sientes que nada ni nadie puede herirte, que nada te puede alcanzar.

Comenzar una nueva vida te hace sentirte todo poderoso, pero temeroso... sin saber si lo que se avecina es bueno o malo, sólo te queda confiar en ti mismo y lo que te traiga el futuro.

Bajé del avión y tomé mis maletas. Ni siquiera parecía la típica turista perdida, había echo eso tantas veces que lo hacía en automático. Un taxi y ya estaba en mi nuevo departamento, no presté mucha atención en lo que había a mi alrededor, sólo quería llegar y dormir; estaba a punto de empezar de nuevo... y esperaba aquello con ansias.

El sonido de la cafetera me regresó a la realidad. Me serví una taza de café y me apresuré a salir. En la entrada del edificio me esperaba una chica de estatura baja, cabello castaño atado en una coleta alta y un vestido rojo combinado con creepers de charol, un estilo muy peculiar.

-Bienvenida señorita Elizabeth- saludó e hizo una referencia, costumbres japonesas a las que tenía que acoplarme.

-¿Es usted Matzumoto Mika?

-Si...- dedicó una sonrisa nerviosa - Hay que apresurarnos, vamos un poco tarde.

-Oh, si. ¿La oficina... está lejos?

-No, si no hay tráfico...

Tomamos un taxi y empezó nuestro infortunio. Al estar cerca de Akihabara nos encontramos con tráfico horrible. No tuvimos otra opción más que bajarnos y seguir a pie.

-¿Por qué no aprovechas la caminata y tomas algunas fotos del lugar? Este distrito es de los más conocidos- Me aconsejó.

No dude en sacar mi cámara ni 2 segundos. Esa multitud me causaba mucha intriga, chicas en particular con vestimenta... algo curiosa. Lo amaba, ver un lugar tan dinámico, tan lleno de vida, me hacía feliz; aunque en Francia las calles también estaban llenas de vida, era todo diferente, lo veía más... feliz.

Clic, clic, clic. Foto tras foto se fue guardando en la tarjeta de memoria; llegamos a un cruce peatonal, así que mientras esperábamos que cambiara el semáforo retraté la multitud de enfrente, quien esperaba impaciente el poder seguir con su camino. Todo lo vi normal hasta que el lente de mi cámara lo captó a él... realmente era él. Estuvimos tanto tiempo juntos que podía reconocerlo de lejos, incluso de espalda; sin dudarlo le tomé tantas fotos como pude.

Llevaba una gabardina negra y lentes oscuros, incluso el cabello teñido. ¿Cómo puedes reconocerlo incluso así? Me pregunté. Él esperaba paciente el cambio de semáforo, su rostro inexpresivo, aunque pareciera que por su mente pasaran muchas cosas, aún recordaba eso...
¿Lo gracioso del caso? Lo encontré muy rápido, más rápido de lo que pensaba. Ni siquiera guardaba fuertes esperanzas de poder encontrarlo. Creía imposible que siguiera en el mismo lugar, más por el trabajo de sus padres; podría haberse mudado en cualquier momento, de nuevo.
Era él, el motivo de mi decisión y del rumbo de mi vida... era Min Yoongi.

Luz verde, las olas de gente empezaron a avanzar y en el punto medio del cruce se desbordaron. Se convirtió en un banco de peces alborotados, cada persona tomó rumbo propio, todos con prisa, mucha prisa. Él avanzó, no le quité los ojos de encima en ningún momento. Curiosamente caminaba hacia mi, quien no se había movido siquiera un centímetro; mi respiración se alteraba conforme se acercaba, el corazón me brincaba como caballo desbocado, el cual frenó de golpe cuando él paso a mi lado y ni siquiera me reconoció.

Pasamos por tanto, juntos, apoyándonos el uno del otro y él no pudo reconocerme, en ese momento era una persona más en este mundo para él, nada especial.

Blossoms in the Dark || Min Yoongi ||Where stories live. Discover now