Capítulo 1: Irene

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"Quizás no sea la persona más bonita, quizás soy muy torpe al hablar, es decir, casi siempre digo cosas sin sentido, me enojo demasiado fácil; quizás sea muy celosa de todo lo que crea mío, obstinada e inclusive fría y seca. Sé que en tus probabilidades soy un 1 en un millón y puedo ser tu última opción, ni siquiera una. Soy muy indecisa y complicada a tal punto que ni yo me entiendo; quizás sea muy nerviosa al hablar y probablemente no entienda la mayor parte de lo que hablas. Quizá tenga mala memoria, y me olvide de todo lo que me digan, o prometan, pero puedo asegurarte una cosa sin importar qué pienses de mí, yo te amaría y seguiría amándote hasta cuando no estés a mi lado, y recordaría incluso cada palabra que salga de tu boca".

Respiré profundo, y releí lo que acababa de escribir. Decidí no subirlo, lo guarde en borradores, apague el ordenador, y me dirigí a mi cama, sin antes subirme a esa máquina que tanto odio. sesenta kilos.

-Irene! - gritó mi madre desde la cocina – Baja a comer de una vez! Se te va a enfriar la cena de nuevo!

No le hice caso y me acosté. Hay que hacer sacrificios para tener el cuerpo que una quiere. Además mañana comenzarían las clases, no podía permitirme estar hinchada.

¿Qué iba a pasar cuando vuelva a ver a todos esos idiotas? ¿Serían igual que siempre? ¿O habrían cambiado? Solamente esperaba no ser una de sus víctimas. Anote sesenta en una hoja nueva, ya casi completando mi cuaderno. Hace tiempo que estaba haciendo esto, y de setenta y seis a sesenta hubo un gran cambio, estaba orgullosa, pero a la vez no. Me estaba costando tanto llegar al peso que quiero, días sin comer, mucho ejercicio, muchos litros de agua. Ya debería de haber llegado, pero no. Soy una inútil. Intenté mantenerme despierta un rato más. Decidí probarme la ropa para mañana usar. Con los pocos kilos que había bajado, me tenía que quedar un poco mejor que antes. La camisa me quedaba bien, notaba que me quedaba un poco más suelta. La pollera me quedaba igual, espantosa. De seguro que a las de mi clase les entraba cualquier cosa sin hacer esfuerzo, y les quedaba espectacular. Me saque todo y agarré el celular para entrar a twitter, alguien me había hablado. Me fijé y era una chica que tendría unos trece años. Me pregunto cómo haría para estar siempre en forma, o quizá a su edad ni se preocupaba por su cuerpo. Lo que daría yo por volver a tener esa edad. Genial, ahora me sentía mucho peor. Ella escribió que leía mi blog, y que cuando pudiera le diera algún consejo sobre cómo soportar la separación de sus padres. Solamente me limite a leerlo, le contestaría mañana, tendría que pensar la respuesta, o quizá nunca contestarle. Lo sé, la chica quiere que le conteste, pero nunca se puede tener todo lo que se quiere. Pregúntamelo a mí.

Decidí dormir, estaba cansada, y mañana iba a ser un gran día... o no.

¿Y por qué no?Where stories live. Discover now