33.- Adiós

58.8K 3.6K 176
                                    

Desde hace una semana que estoy viviendo con Jace. Una semana desde que trajo todas sus cosas del departamento que compartía con su hermano a mi departamento. No voy a mentir, han sido los mejores días que he tenido en mi vida. Vivir con Jace es toda una experiencia. Primero, como él entró a trabajar apenas llegamos de vacaciones siempre se despierta primero. Se asegura de dejarme agua caliente en el termo para poder preparar el desayuno tanto de los niños como el mío. Se queda en el marco de la puerta de la habitación de nuestros hijos por unos quince minutos solo mirandolos antes de ir a trabajar. Cuando vuelve los niños lo reciben con los brazos abiertos gritando y emocionados. Se queda con ellos hasta que les da sueño y después me ayuda a arroparlos.

Es un padre ejemplar. No he tenido mucha experiencia con padres. El mío murió cuando era muy pequeña y no lo recuerdo. El padre de Emma era un delincuente sin futuro. Así que obviamente que pienso que Jace es un padre ejemplar, aunque a veces pareciera que les da demasiado a los chicos. Nunca les dice que no por más que le digo que los está malcriando. Ya se le pasará con los años y si no deseará haberlo hecho cuando se vuelvan adolescentes.

Hoy es domingo y despierto por el olor a café. No hay nada más delicioso que un café dominguero. Salgo de la cama y me dirijo a la cocina en pijama, donde me encuentro a Jace haciendo el desayuno usando solo la parte de abajo de su pijama y arriba nada. Absolutamente nada. Puedo ver su trabajado cuerpo desde aquí. ¿Cómo puede tener tantos músculos? Desde que llegó no lo he visto ir al gimnasio ni un solo día. ¿Cómo es que alguien puede ser tan perfecto sin ni siquiera intentarlo? Está de espaldas así que solo veo eso, pero es una gran espalda. Ancha y fornida. 

Cuando Jace se da la vuelta me pilla mirándolo. Quito la mirada que tenía puesta en él y me sonrojo. Como quisiera volver a mirar ahora que esta de frente. Ahí la vista es mucho mejor.

"Vamos, Maddie. Ya no eres una adolescente con hormonas alborotadas, contrólate"- me repito a mi misma un par de veces aunque no funciona. Nadie puede negar que el padre de mis hijos es extremadamente sexy.

-Buenos días, Jace- digo para hacer que el sonrojo se vaya de mis mejillas.

-Buenos días, Maddie- dice Jace en tono bajo. Los niños siguen durmiendo.

Jace se acerca y besa mi mejilla. No nos hemos besado y extraño sus besos. En este momento me siento muy confundida con este chico. No sé lo que somos y eso me está matando, pero no lo suficiente como para preguntárselo.

Me siento a la mesa. Jace me trae el desayuno y se sienta frente a mí para que comamos el desayuno juntos. Miro el reloj de pared y me doy cuenta que es bastante temprano. Son las ocho de la mañana. Los niños suelen dormir hasta más tarde el fin de semana así que no creo que los veamos hasta como las diez u once.

-¿Cómo dormiste?- me pregunta de forma informal.

-Bien- respondo- ¿Y tú?

-Tuve un sueño muy extraño...- comienza a contarme

Se siente bien estar así con Jace. Como si fuera lo correcto. Estar junto a él como si siempre hubiéramos vivido juntos se siente correcto. Me agrada esta sensación de bienestar. Siempre he creído que mi familia estaba completa teniendo a los mellizos conmigo, pero Jace tenía que entrar en escena para que me diera cuenta que la familia no estaba completa sin él. 

Ahora somos una familia. Jace ha venido a reclamar un puesto que siempre ha sido suyo y espero con todas mis ganas que jamás se vaya. Tampoco lo creo capaz de irse. Ama mucho a sus hijos como para irse. Aunque me gustaría pensar que no solo se queda por nuestros hijos, sino que por mí también.

Cuando estamos terminando de tomar el desayuno el timbre suena. Jace y yo fruncimos el ceño al mismo tiempo.

-¿Quién podría ser?- pregunto- Es muy temprano...

Sorpresas de la vida (SDLV #1)Where stories live. Discover now