Regreso -Memorias Olvidadas-

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Mi tía Constanza sacó unas sillas de madera que acomodó bajo un tejaban en uno de los extremos del patio que servía para guarecerse del sol. Gonzo había capturado la completa atención de sus dos tíos con su alborozada habla. Tras una larga conversación, mi padre no tardó en alardear sobre mí, sobre mi magnífica educación, las ofertas de trabajo y el éxito con las mujeres.

—Pos eso ya viene de familia tío —dijo Gonzo entre risas, y viéndome de reojo—. Mi papa era ansina, y pos qué le puedo decir, asté ya nos conoce, por algo es mi padrino.

Entonces por mi cabeza fluyó una inusual escena del pasado, extravagante y sin razón. Gonzo estaba dentro de una enorme tina de metal; el agua caía, chorreaba; se resbalaba por su piel tostada, mojando todo su cuerpo, haciéndolo brillar al rayo de sol. Recordé que luego de un partido de fútbol callejero, los días sábado, al mediodía, él gustaba de bañarse. Y no sé por qué yo disfrutaba sobremanera presenciar aquel espectáculo acuático; y lo más insólito, que él se complaciera en dármelo. La mente jugaba conmigo, no quise ahondar más, e hice a un lado tal inquietud. La ignoré.

Además no tuve otra elección porque el tío Clementino, el padre de éste, llegó a saludarnos; e hizo lo mismo que su hijo, pero su abrazo me causó lo opuesto; despedía un desagradable olor a suciedad rancia y añeja, sus ropas estaban amarillentas y viejas, además de cargar con una desmedida gordura. Jamás pude creer que aquel hombre fuera considerado, en sus años de juventud, un conquistador. Pese a que se le imputaban muchas querellas extramaritales y una descendencia bastarda, no había prueba fotográfica de su atractivo que lo rectificara.

—¿Y qué es de ti muchacho? ¿Cómo dices que te llamas?

Su pregunta me molestó un poco, pero le contesté.

—¡Alberto, es cierto! El mentado Betito, ese que le hacían cualquier cosa y chillaba como vieja. No, pos ya me acordé de ti, es que casi no vienes, ¿desprecias a los pobres o qué chingaos?

Y antes de poder responderle.

—No te creas, es broma. Si me acuerdo de ti, hasta me decías papa, verdá Constanza. Pos como andabas con estos chamacos, los oías y también querías que juera tu papa. Nomás que luego Claudio se enojaba, verdá Constanza, como que le daban celos.

Esperaba mi réplica, pero ante mi silencio y mi exacerbada sonrisa, él prosiguió.

—¿Y qué, ya te casaste o qué chingaos?

Mi padre respondió por mí con una negativa.

—¿Pos qué esperas cabrón? Ya estás guevudo y más que listo pa' tener tu mujer. No me vayas a salir con esas chingaderas de que te gusta la del burro y esas pendejadas de maricones, porque luego tanta escuela les afecta el cerebro y se hacen mensos en vez de inteligentes. Pero no te preocupes, te voy a presentar unas cuantas muchachas pa' que escojas la que más te guste.

La tía Constanza frenó la habladuría del tío Clementino. —No si contigo no hay remedio. Él conociendo tanta muchacha bonita, pura rubia, ¿crees que va querer una maleducada corrientona de aquí? Él no ha venido a conseguir mujer, vino a darle la despedida a mi papa.

Y entraron en un ridículo debate que ignoré por completo. Consideré finalizada la discusión cuando la tía Constanza nos invitó a comer. —¿No pos qué les vas a dar? —rebatió el tío Clementino— con tantas cosas que han probado allá en el gabacho, ¿tú crees mensa que van a querer frijoles? Les hubieras matado un puerco, o de plano, hecho un molito. ¡De puro milagro hablan el español!

Y volvieron al debate, esta vez uniéndoseles mi padre. Aunque verlo ponerse a la par con ellos, me provocó una autentica y ligera sonrisa, una que Gonzo percibió de inmediato. —Pos hay cosas que nunca cambian ¿verdá? —me dijo en tono bajo. Yo mantuve mi sonrisa y asentí. Nuevamente otro automóvil interrumpió el alegato con su estruendoso motor—. ¡Es mi tío Caye!

Recuerdo -Paso Del Norte-Where stories live. Discover now