Capítulo 9

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-¿Ya te enfriaste? Me estoy aburriendo aquí.- También mi trasero estaba adolorido por estar sentada en el suelo durante mucho tiempo, mi cabeza estaba recargada en la bañera y ninguno había hablado durante todo este tiempo, era muy exasperante.

-¿Quieres meterte?- Pregunto con una voz seductora. Rodee los ojos fastidiada, realmente quería irme de aquí. De seguro mi mama se está preguntando donde me encontraba.

-Que gracioso.- Le dije entrecerrando mis ojos en su dirección.

-Puedo ser muchas cosas por ti, nena.

-¿Nena? ¿En serio?- Alce la vista hacia el encontrando con que ya me estaba mirando.

-¿Prefieres algún otro apodo?- Levanto sus cejas hacia mí y suspire con cansancio.

-Preferiría que me llevaras a casa.- Me levante del duro suelo y le tendí una mano para ayudarlo a pararse. En cuanto se puso de pie mis ojos automáticamente se fueron a su cuerpo que escurría agua. No creí que pudiera verse más sexy.

Me relamí los labios siguiendo con mi vista las gotas que bajaban por su pecho.

-¿Terminaste? Necesito vestirme.- Asentí, incapaz de hablar y salí de ahí lo más rápido que posible. Puse mis manos sobre mis ardientes mejillas. Escuche sus mojados pasos detrás de mí pero no tuve la valentía de girarme, percibí como abría sus cajones y después volvió a encerrarse en el baño sin decirme una palabra pero me percate de su mirada en mi todo el tiempo.

Si mi madre se llegara a enterar de que estuve con James todo este tiempo, en su casa, a solas, más específicamente en su habitación y el estando semidesnudo...me mataría.

Mis rodillas tiritaron y me di ligeros golpes en las mejillas para recapacitar. No más juegos.

La puerta detrás de mí volvió a abrirse y salió James ahora vestido con ropa seca. El pensamiento de que probablemente estuvo totalmente desnudo a unos cuantos metros de mí, separado solo por una fina pared, asalto mi mente.

-Debería irme ya, es muy tarde.- Gire mi cuerpo hacia él y trate de sonreír para quitarle hierro al asunto.

-De acuerdo.- Tomo mi mano como si fuera lo más natural del mundo y caminamos fuera de su habitación. En cuanto puse un pie afuera me quede quieta y lo jale para que no siguiera avanzando.

-Espera.- Me miro sobre su hombro. –Necesito ponerme mi ropa y mis zapatos.- Su vista se fue a mi cuerpo terminando en mis pies descalzos.

-Te daré mañana tu ropa, tiene que ser lavada.- Volvió a caminar llevándome con él.

-¿Y mis pies?- Soltó un suspiro irritante y antes de que pudiera preverlo, me cargo. -¡Oye! ¡Bájame! ¿Qué crees que haces?

-Deja de quejarte y disfruta el viaje.- susurro inclinándose hacia mí. Mire hacia el frente pero envolví mis brazos en torno a su cuello por miedo de caerme. Comenzó a bajar las escaleras conmigo encima y admire sus fuertes piernas, debía de hacer mucho ejercicio para poder hacer semejante esfuerzo.

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