-Los extraño Nat, pero a ella, a mi madre, a ella la extraño como a nadie- Miro hacia arriba, cerro sus ojos y continuo hablando. -Ella era la mujer con el mejor espíritu que alguien podría tener, era alegre, sarcástica, para nada formal, a ella no la insultabas, no le pasabas por arriba como si nada, era fuerte, era una mujer luchadora, alguien única. Tú me recuerdas a ella Nat-Dijo en un tono de voz bajo, el estiro sus piernas, yo me acurruque en él, lo mire a los ojos para que siguiera hablando. - Y el, él era un hombre fuerte, serio, pero a la vez tan bobo e infantil como ella, con todas sus responsabilidades, y todo lo que tenían que hacer siempre tenían tiempo para mí, y eso, eso yo nunca lo valoraba-

-No tienes que torturarte- Le dije.

-Entraría en depresión si algo le pasara a Amanda, ella es la única familia que tengo ahora, pero si algo te pasara a ti, simplemente moriría- Dijo mirándome directamente a los ojos. Yo no podría resistir perderlo tampoco, pero no quería decírselo. -Me gustaste desde el primer día que te conocí Nat, desde aquel día que me tiraste del banco-

-Y tú a mí- Dije tan bajo como para que no me escuchara.

-¿QUE?, ¿Qué no me odiabas?_

-Creo que solo buscaba llamar tu atención- Dije. -Era una niña tonta tratando de que el chico más popular de la escuela se fijara en mí-

-Pues lo lograste querida Nat- Dijo y me beso, me beso como que si no hubiese mañana, como que si hubiera deseado durante tanto tiempo, y yo, yo le correspondí ese beso.

-Que me gustes no quiere decir que dejes de ser un renacuajo prostituido sin neuronas- le dije y él sonrió antes de volver a besarme

Estuvimos cerca de una hora allí, en el piso, tirados, hablando de lo tontos que habíamos sido durante la primaria, y de mis bromas hace unos años, de cómo hice que toda la escuela pensara que el tenia gustos diferentes, y un montón de cosas que yo no sabía, por ejemplo que él había evitado que Scarlett me dejara calva o que Micehila (otra de sus ex novias) me hiciera un charco de huevo a la salida del colegio.

-Las 10 de la noche cariño, ¿quieres encargar pizza?- me preguntó sonriendo mientras bajábamos las escaleras.

-Pa pa pa pa ¿cariño?- Dije deteniéndome para mirarlo con el ceño fruncido

-Sí, cariño- Respondió seguro, sacudí la cabeza y seguí bajando. -Entonces... ¿Pizza?.

-Si no queda otra- Le dije con la misma sonrisa con la que él me estaba mirando.

-Ve a sentarte frente al televisor preciosa, yo me encargo de llevarte comida- Dijo, y reí.

-Para con tanta cursilería- Le dije, dirigiéndome al sofá, pero antes de sentarme voltee a verlo. Él me estaba mirando. -¿Me miras el trasero o qué?_ Le pregunté.

-No seas tan amargada y pervertida, miraba tu bella forma de caminar- respondió mientras sacaba su celular del bolsillo.

Preferí quedarme callada, pender al televisión y tirarme en el sofá, Kaidan hizo un par de llamadas y fue a sentarse junto a mí en el sofá, sirviéndome de almohada para apoyar mi cabeza. Me miro, me miro y me seguía mirando, sus ojos no se despegaban de los míos, hasta que de nuevo me beso. Esos besos que hacen que toques el cielo con los pies, bueno de esos eran sus besos.

-Eres hermosa- Me dijo, despegándose un centímetro para hablar.

-Déjate de cursilerías y mira el programa- lo regañé.

-Eres una amargada-

-Mira quien habla- Le respondí sonriendo.

-¿Pero qué dices?, yo soy un ángel caído del cielo-

-Sí; bien dijiste, te tiraron de allá arriba a escobazos porque no te aguantaban -Dije, él sonrió y negó con la cabeza para luego volver a besarme.

Pasaron las horas, la pizza ya había llegado hacía ya un buen rato, eran cerca de las 3 de la mañana y estábamos mirando una película, tranquilamente, riendo y contándonos cosas que no sabíamos el uno del otro.

-No puedo creer que fuiste tú el que... Oh te dormiste- Comencé hablar pero él se había dormido, como un niño, le colgaba el chorro de baba. -Hasta a los príncipes se les cae la baba- Dije y reí.

Me acomode a su lado y en cuestión de minutos ya estaba dormida.

Nos despertamos por el ruido del timbre. Kaidan se paró de golpe y fue a abrir la puerta. Anoche me había dicho que hoy llegaba mi abuela, por lo cual era muy probable que fuera ella.

-¡Amanda!- Exclamó Kaidan con una sonrisa en su rostro, ella entro de golpe, lo abrazo, y luego corrió hasta mi para hacer lo mismo.

-¿Están bien?- Preguntó ella, ambos asentimos con una sonrisa.-Escuchen empaquen las cosas, Nat ya hablé con tu mamá y está al tanto de todo, esta tarde se van los dos a Francia- Dijo, ganándose la mirada sorprendida de los dos. ¿Francia?

La hija de un Rey.Where stories live. Discover now