18 - Te falle (Parte 2)

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Llevaban menos de dos meses saliendo, en ese tiempo no la había visto mucho, ella pasaba gran parte del tiempo con él y yo me la pasaba borracho o teniendo sexo con alguna chica. Mi vida era un descontrol, le había agarrado demasiado gusto a ese estilo de vida y no me interesaba para nada abandonarla en ese momento.

Era domingo, el maldito sonido de mi celular me había despertado, aunque no fui capaz de abrir los ojos debido a la gran resaca que tenía. Intenté estirar mi brazo para ver si daba con ese jodido aparato, pero el sonido se detuvo antes de que pudiera encontrarlo. 

Sentí a alguien removerse a mi lado, pronto una mano se apoyó en mi entrepierna y mis ojos se abrieron de par en par. Una morocha de ojos azules se estaba colocando sobre mí y las vistas enseguida hicieron efecto en aquella parte de mi anatomía. La cabeza me latía, pero no me importaba, mis manos se movían por cuenta propia y ya habían encontrado su camino hacia los grandes pechos de aquella desconocida.

Pero antes de que pudiera siquiera terminar de racionalizar lo que estaba sucediendo mi celular volvió a timbrar. Varios insultos salieron de mi boca, pero aun así saque a la morocha de encima mío para ir a buscar el maldito aparato, algo me decía que debía tomar esa llamada. Lo encontré dentro del bolsillo de mi jean, el cual estaba tirado en medio de la habitación. Lo saque lo más rápido que pude, pero el sonido se detuvo nuevamente antes de que lograra atenderlo. Vi la pantalla y el nombre de An figuraba en la lista de llamadas perdidas. Cinco llamadas. Maldición.

Apreté rellamar un tanto nervioso ya que ella no solía llamarme tan insistentemente por nada. Al primer tono una voz quebrada atendió.

—Ger...

Trague saliva antes de poder emitir un solo sonido.

—Peque ¿Qué ocurre? ¿Estás llorando? ¿Qué paso?

Las preguntas se agolpaban en mi cabeza, el miedo se había apoderado de cada parte de mi ser.

—Por favor... ¿podes venir?

—Ya voy —dije mientras me ponía mis jeans—. ¿Dónde estás?

—En casa —dijo entre medio de sollozos.

—Ya salgo para ahí.

Colgué. Me puse la remera, agarré mi bóxer, mi billetera, la llave del auto, mis zapatillas y salí de aquella habitación sin siquiera despedirme, mientras que la chica no hacía otra cosa que insultarme. Lo único que tenía en mente era An, ella me necesitaba y yo necesitaba saber que era lo que le había pasado.

No tenía idea de donde estaba, por suerte mi auto estaba estacionado, por así decirlo, en la puerta de aquel edificio. Debía dejar de manejar en aquel estado. Me subí y le di arranque, solo tuve que avanzar unas cuadras para lograr ubicarme, por suerte estaba solo a unas cuadras del colegio.

Tarde poco más de cinco minutos en llegar a lo de An. Durante el camino no había podido dejar de preguntarme que le había ocurrido. En cuanto me estacione frente a su casa me baje deprisa y me escabullí por el patio trasero. No quería tocar el timbre y que me atendieran sus padres, no sabía si ellos estaban al tanto de lo que estaba ocurriendo y por ende no quería alertarlos.

Me trepe por el árbol que había en el jardín y salte hasta el techo que había debajo de la ventana de Ana, la cual estaba abierta. Supongo que me conocía lo suficiente como para saber que entraría por ahí. La encontré acurrucada en su cama, eso me paralizo.

—¿An?

Ella levanto su rostro y pude notar sus hermosos ojos enrojecidos. Me acerqué rápidamente y me senté a su lado. La abrace fuerte contra mi cuerpo.

—Peque ¿Qué paso?

Ella me devolvió el abrazo y comenzó a llorar en mi cuello.

—Por favor, no llores ¿Qué está mal? ¿Quién te lastimo?

Comencé a acariciar su espalda intentando tranquilizarla.

—Tenías razón —susurro en medio de sus sollozos.

Mi sangre se heló, sospechaba a que se refería y no estaba seguro de si quería confirmarlo o no.

—¿En qué?

—Fui tan tonta... debí escucharte, pero preferí creerle y él... solo quería utilizarme...

Me separe un poco para poder verla a los ojos.

—¿Que te hizo?

An bajo su mirada avergonzada.

—Juro que voy a matar a ese hijo de puta... —dije lleno de furia mientras intentaba levantarme.

—No te vayas... no me dejes... por favor.

Volví a abrazarla y ella se acurruco entre mis brazos. Permanecimos así unos minutos, hasta que logro calmarse. Sin separarse de mí comenzó a contarme lo que había ocurrido. Ellos habían salido ayer a cenar, luego la había invitado a la casa de sus padres para poder estar solos. Ella accedió a subir con él a su habitación, me dijo que había quería hacerlo, que creía que había encontrado a la persona indicada.

Tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para seguir escuchándola, no soportaba la idea de que ese idiota le hubiera quitado su virginidad. Me dijo que no había sido una mala experiencia en sí, aunque no había logrado disfrutar realmente. Pero lo peor vino después, él simplemente termino con ella diciéndole que no era lo que buscaba y la echo de su casa.

—Debí haberte escuchado —dijo mirándome a los ojos.

—Yo debí haber insistido más, pero hasta a mí me había convencido de sus mentiras. Perdón peque, perdón por no haberme dado cuenta —le dije mientras acariciaba su mejilla.

—No es tu culpa...

—Si es mi culpa... yo más que nadie debí darme cuenta de sus mentiras. —Me sentía impotente—. Debí cuidarte... pero estoy hecho un verdadero idiota últimamente... te falle.

—No, fue culpa suya por mentirme y mía por creerle. Vos intentaste advertirme, así que, por favor, no te culpes... solo... solo te necesito acá... a mi lado.

Ella volvió a esconder su rostro en mi cuello y yo la abrace con fuerza.

—Siempre vas a tenerme a tu lado cuando me necesites. En eso no pienso fallarte nunca. Lo juro.


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Hola!!! Aca les dejo la segunda parte :)

Como dije en el anterior capítulo, estoy de vacaciones, puede que me ponga un poco vaga y no escriba mucho :b , pero prometo no abandonarlos del todo.

Muchas gracias a quienes están leyendo esta historia (tanto a los visibles como a los invisibles ;) )

Espero sus votos y comentarios, me ayuda mucho conocer su opinión :)

Saluditos!!

Lo juroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora